Todos hemos vivido algún hecho traumático o cometido errores donde nuestra reflexión posterior nos lleva a desear una segunda oportunidad, a fantasear con la posibilidad de vivir el momento de nuevo y hacer las cosas de manera diferente.
¿Cuántos de nosotros luego del 27F no pensamos en algún momento, qué pudimos hacer de manera diferente?
Esto probablemente también ha sido parte del sentimiento y vivencia íntima de muchos de los que en ese momento gobernaban, y por qué no decirlo, especialmente de la Presidenta Bachelet.
Por su parte, el gobierno del Presidente Piñera no enfrentaba este momento amargo y de frustración, sino que todo era oportunidad en materia de gestión de emergencias.
Sin embargo, su gobierno desaprovechó, con cierto grado de torpeza, un momento que pudo ser parte de su legado histórico y que terminó por tener tres directores de ONEMI en cuatro años – incluyendo al actual que continuó en sus funciones pos cambio de administración-, donde cada uno de ellos defendió un proyecto de ley que diciendo que cambiaba el sistema de emergencias, simplemente replicaba un modelo que en algunas áreas presenta décadas de atraso.
Pero eso no fue todo. Al momento de asumir el Presidente Piñera su mandato, existía un proceso de compra en curso de instrumentos para el fortalecimiento de la red sismológica nacional que implicaría establecer el crecimiento más importante desde su creación a principios del siglo pasado, pero una fiscalización parlamentaria terminó por develar a fines de 2012 que los equipos se encontraban bajo llave en bodegas de ONEMI.
Imagino que más de algún directivo del gobierno anterior, y en especial ante los resultados electorales, desearía una segunda oportunidad. Pero por el momento eso deberá esperar.
Esta semana la Presidenta Bachelet anunció una indicación sustitutiva que modifica el proyecto de ley presentado por el gobierno pasado, y que pretende crear el Servicio Nacional de Gestión de Riesgos y Emergencias, un nombre que consumirá parte importante de los 140 caracteres de twitter, y que reemplazará a la ONEMI.
Claramente este escenario era el menos esperado pos terremoto. La Presidenta Bachelet y un gobierno duramente cuestionado, hoy tiene la posibilidad de modernizar una institucionalidad que como ella misma lo señaló en su Mensaje, posee estructuras de hace 40 años que requieren urgente modernización, y en esto último no puedo estar más de acuerdo.
Una estructura y enfoque con 40 años de atraso no es mera coincidencia, y a lo menos se puede deducir la existencia de resistencias al cambio, inercias e incluso el mero deseo de defender por razones políticas un mal proyecto del gobierno anterior, por lo cual se requerirá de liderazgo y autoridad para realizar las modificaciones que se necesitan, algo que en muchas naciones desarrolladas fue clave al momento de provocar este punto de quiebre, aunque aquello haya sido hace varias décadas.
También es necesario que el gobierno incorpore mejoras al proyecto que ya se observan tan esenciales como necesarias, así como estar dispuestos a trabajar con los parlamentarios en el proceso legislativo para dotar al país de una institucionalidad que esté acorde a los tiempos, a las necesidades y al nivel de desarrollo que con tanto esfuerzo hemos logrado, recogiendo el amplio debate que se dio en el marco de la discusión del cuestionado proyecto durante la administración anterior y también la actual. Pues en esto no se parte de cero.
El proyecto ingresado al Congreso parte con un buen discurso, una buena orientación e introducción en materia de enfoque, recogiendo parte importante de las críticas y propuestas en lo conceptual, pero eso no es suficiente. Se requiere coherencia entre lo que se pretende en el discurso y lo que se establece en lo estructural, de lo contrario se puede cometer el error de comenzar con un buen prólogo y terminar con un mal libro.
El mejor escenario, sin duda es beneficio para todos. En lo que se refiere a las personas, contar con un sistema de emergencias moderno que fortalezca su seguridad, y en lo político, el merecido reconocimiento y por cierto un legado en materia de seguridad pública.
El peor escenario, terminar con una institucionalidad que no represente la modernización que se requiere, donde se reinvente la rueda, terminemos con un híbrido o peor aún con algo similar a lo que precisamente se debe cambiar.
Es el desafío de la Nueva Mayoría, pero en especial de la actual administración. Al final del proceso veremos si se aprovechó esta segunda oportunidad.