Mientras el Papa Francisco condena cada vez más enérgicamente el liberalismo y el capitalismo, un viento refrescante circula en la Democracia Cristiana, cuando algunos viejos – esos jóvenes de los años 70 – y algunos jóvenes actuales, hemos alzado nuestras voces y nuestras voluntades para recuperar la ética política, los principios fundamentales del pensamiento humanista cristiano y el carácter popular del PDC.
Coincidimos con el Santo Padre católico en la necesidad de iniciar la construcción de un orden social justo y fraterno, lo que es cada vez más urgente, especialmente en un país donde la inequidad es la norma.
Las cosas se aclaran, porque a la misma hora en que nosotros dábamos una conferencia de prensa para contar de la creación de una Vanguardia al interior del PDC (definido por Jaime Castillo Velasco como movimiento de vanguardia a su vez), el movimiento liberal derechista dirigido por Andrés Velasco, Mariana Aylwin y otros, llegaba a acuerdos políticos con Amplitud, el movimiento que encabeza Lily Pérez.
Es decir, mientras unos se desdicen de sus trayectorias y alían con los partidarios del capitalismo ofreciendo una especie de suavizante, otros quieren avanzar en la línea doctrinaria de buscar la unidad social y política del pueblo para construir una nueva sociedad. Y todo al mismo tiempo, en una sincronía perfecta, como lo dice la teoría del caos.
La lucha es al interior de la Democracia Cristiana, enfrentando a quienes hoy tienen la conducción. Ellos se han negado – no abiertamente por cierto – a cumplir con los acuerdos del V Congreso; rehúyen la discusión de ideas; proclamaron el fin del ethos DC y asumen posiciones centristas o derechistas proclives al liberalismo y el capitalismo, como lo ha dicho reiteradamente el propio Presidente del PDC, Walker.
Sin ningún pudor, estos mismos dirigentes han permitido que militantes como la señora Mariana Aylwin y otros personeros públicos de renombre (por ejemplo el dos veces candidato a diputado Iglesias Sichel) pasen a integrar el movimiento político de Velasco, manteniendo su militancia DC. Este movimiento, cuyo nombre es el poco afortunado de FUERZA PÚBLICA, igual que carabineros reprimiendo, fue presentado por los dirigentes como un movimiento social y no político. Nada más lejos de la verdad.
Con la alianza concretada ayer entre ese movimiento y los grupos de la neoderecha se dejarán de lado las interpretaciones ingenuas. Walker ha resuelto emplazar a Aylwin sin nombrarla, pero debe recordarse que por menos fue expulsado del PDC el ex senador y ex presidente del partido Adolfo Zaldívar.
Las cosas se aclaran: los liberales con los liberales y los demócrata cristianos en el lugar que les corresponde, construyendo la soñada alianza de los años 60: la unidad social y política del pueblo en su base. Es el camino para las grandes transformaciones que requiere el país.
Esperemos ahora las reacciones: con nosotros se está desarrollando un debate muy positivo.Los viejos se sienten convocados nuevamente y los jóvenes dicen que ya era hora.
De lo que se trata es de ir construyendo mayorías para las grandes transformaciones, sabiendo que si bien el proceso debe ser gradual, eso no significará jamás transar en cuestiones fundamentales. Más vale perder o ganar en una votación que aceptar transacciones sobre cuestiones de fondo.
No se trata de suavizar el capitalismo, como quiere Walker, sino sustituirlo. No hay que destruir nada, sino simplemente ir construyendo alianzas sólidas para avanzar en el nuevo orden social, que se irá levantando desde los cimientos.
Las cosas se van aclarando. Apoyar a este gobierno no significa decir que lo hace todo bien. No, porque no es así. Significa compartir lo fundamental y promover cambios y correcciones desde el interior, sin escandalizar ni armar polémicas inútiles y que sólo convienen a la derecha.
Ser partidario de una alianza de largo plazo que incluya a los comunistas no es renunciar a la identidad ni a los principios, sino buscar los puntos de acuerdo para la nueva sociedad. Pero eso exige lealtad, seriedad, capacidad de convergencia y de divergencia con respeto. Y cuidar cada uno a sus díscolos o a los que buscan protagonismos hablando mal de los aliados.
Va llegando el momento de las definiciones y todos deberán optar. Yo, por lo menos, he hecho mi opción: luchar para rescatar las ideas perdidas y los valores olvidados.