A principio de este mes, ICARE le entregó un reconocimiento al ex Presidente de la República Don Patricio Aylwin Azocar, que tuvo el honor de ser primer presidente después de la Dictadura de Pinochet.
Siempre me ha llamado poderosamente la atención, que después de una larga trayectoria pública, don Patricio siga participando en las actividades partidarias y en aquellos eventos a los cuales les corresponde asistir.
Un hombre que a sus 95 años nos sigue entregando sus reflexiones y pensamientos de cómo es necesario conducir la política, cómo es necesario el entendimiento y la búsqueda de acuerdos para construir la patria justa y buena, como a él le gusta decir.El amor que tiene a su país, al parecer es más fuerte del cansancio propio de su edad.
Estimo que a don Patricio aun la historia, y en general el país no le da el estatus que le corresponde. Asumir la primera magistratura teniendo al Dictador como jefe máximo del Ejército, usando de manera impúdica a esta institución para que no se pudiese investigar nada de los horrores cometidos en su de facto régimen debe haber sido una experiencia a lo menos difícil.
Aylwin, en su gobierno se caracterizó por tratar de recomponer las confianzas entre el mundo civil y el militar, y para ello hizo gala de toda su sapiencia política, generando entre todos los actores políticos de ese entonces, la posibilidad de generar acuerdos para realizar- en la medida de lo posible- los cambios necesarios para volver y transitar por un país libre y democrático.
Los Derechos Humanos fue un tema central para él durante su mandato, llegando a pedir perdón en nombre del Estado de Chile, en una emocionante cadena nacional, de todos los crímenes y abusos cometidos por Pinochet y sus secuaces.
En su primer discurso como mandatario, con las heridas abiertas aún y con toda la gente pidiendo pasar cuentas a los militares, indicó que en su gobierno, la unidad debía ser entre civiles y militares, y ahí en el principal coliseo deportivo de nuestro país las pifias fueron contundentes, pero él levantó la voz, esa voz siempre calmada, reposada y reflexiva, para decirnos “sí señores, civiles y militares, Chile es uno solo, las culpas de las personas no pueden comprometer a todos, tenemos que ser capaces de reconstruir la familia chilena” y en ese momento el Nacional lo ovacionó a rabiar.
Esa es la impronta de su gobierno, la unidad nacional. Y por ende de su persona, la de dejar atrás el rencor, la rabia y poner siempre los intereses generales por sobre los particulares.Hay que recordar que durante la Dictadura muchos de sus amigos y camaradas fueron asesinados apresados, exiliados, etc. Y a pesar de ello su mensaje siempre fue de unidad y paz.
Es fácil para algunos sectores, sobre todo para aquellos que no fueron participes de la ejemplar transición que Aylwin y sus sucesores tuvieron el honor de conducir, hablar de la Concertación como si fuese una deshonra haber participado en ella, no obstante sabiendo, o debiendo saber, lo complejo del estado de situación que imperaba en el país.
Al recibir su justo y merecido reconocimiento, don Patricio con la experiencia de sus 95 años, nos dice que, para no repetir los errores del pasado, es necesario tratar de buscar acuerdos entre todos los sectores políticos y así formular los cambios que Chile necesita para ser un país más justo y equitativo.
Qué duda cabe, que las condiciones políticas y sociales de los noventa, no son iguales a las de ahora, pero hay algo que no cambiará y esto es que lo mejor de nuestra joven democracia fue y será siempre la búsqueda de consensos para hacer los cambios estructurales por lo cual el país votó en las elecciones presidenciales pasadas. Sin perjuicio de lo anterior, cuando no es posible llevar a cabo estos acuerdos, se hace un deber ejercer las mayorías que se tienen.
Hay veces, que es conveniente escuchar a los estadistas, más aún cuando aquel es parte de la historia reciente de nuestro país y es sin lugar a dudas un hombre que ama profundamente a su patria.
Es curioso que el empresariado, tantas veces y con justa razón criticado, haga un reconocimiento a este gran estadista chileno y la clase política aún, no le otorgue el sitial que le corresponde en la historia republicana de nuestro país.
Don Patricio confío en Dios que su ejemplo de vida sea seguido por muchos, pues así en algún momento de nuestra historia, Chile será la Patria buena y justa que usted tanto anhela.