Dentro de la nueva ley electoral, que elimina el antidemocrático Binominal que nos dejó la dictadura, se presentó al Congreso un proyecto que exige un mínimo de candidatas mujeres a los cargos parlamentarios. Su finalidad es estimular la participación femenina en la vida política del país, otorgándoles alguna ventaja en la competencia con los varones en un espacio que por siglos fue de su exclusividad.
A muchos no les gusta la discriminación positiva hacia sectores que desde los inicios de la Historia han ido en rezago, como es el caso de las mujeres. La cultura machista posibilitó que muchas de nosotras pensáramos también que debíamos llegar a la meta por nuestros propios méritos.
Hoy, la “bancada de mujeres” de la Cámara de Diputados es transversal para éste y otros temas de género. Y todas apoyaron la Ley de Cuotas para todas las elecciones plurinominales, es decir, parlamentarias, evitando así un tropiezo con las Primarias para Presidente/a o alcalde, donde ella no sería exigible.
La llegada por segunda vez en la historia del país de una Presidenta de la República y el hecho de contar en estos meses también con una mujer presidiendo el Senado, contribuyeron a dar un nuevo impulso a este proyecto de ley que hace tiempo se conversa en círculos femeninos y que se concretó en el programa de la triunfante Nueva Mayoría.
En este nuevo escenario nos debiera avergonzar que solamente el 15,8 % de los representantes de la Cámara Baja sean féminas. Hemos avanzado poco desde el 11 % que teníamos en el primer período de Michelle Bachelet. Y en el Senado, la situación empeora: de 4 mujeres que entonces teníamos, hoy llegamos a 6, lo que equivale al 10,5 % de la Cámara Alta.
Estamos muy por debajo de la media de participación política femenina en el mundo y aún en nuestro Continente. La experiencia ha demostrado que en países donde hace años rige esa cuota femenina de candidatas hay más parlamentarias aportando su visión de la vida en sociedad, que representa ni más ni menos que la de la mitad de los seres humanos.
Si terminado el trámite legislativo se aprueba finalmente la propuesta chilena incluida en la nueva ley electoral, en las próximas elecciones el 40 % de las candidatas a puestos de representación pública serán mujeres.
Marcha pro aborto
Hace pocas semanas, centenares de mujeres marcharon por las calles de Santiago a favor de la despenalización del aborto. El tema no estaba considerado entre las Primeras Medidas del gobierno de Michelle Bachelet, pero bastó que ella lo mencionara en su Mensaje del 21 de mayo ante el Congreso Pleno y el país entero, para que las chilenas tomaran esa bandera y la agitaran por el centro de la ciudad.
Algunas marcharon por recuperar el derecho al aborto terapéutico que la dictadura abolió a horas de dejar La Moneda. Otras, por el aborto a secas, es decir, por la autonomía de las mujeres para decidir sobre su propio cuerpo.
A fin de cuentas, …somos las mujeres las que nos responsabilizamos por el hijo desde su gestación en nuestro vientre hasta su muerte. El padre ausente es un protagonista frecuente del drama familiar.
… somos las mujeres las que arriesgamos la vida cuando debemos someternos a las deficiencias de un aborto clandestino. Las cifras hablan por sí solas.
… somos las mujeres quienes debemos soportar la violencia física y moral de una violación o las incertidumbres de una concepción no deseada.
… somos las mujeres las que cargamos por siglos con el estigma de “madre soltera” que para ocultar su “pecado” debe entregar su hijo a hogares desconocidos aceptando su muerte en vida mediante adopciones truchas.
Y es la sociedad la que cargará con el peso de esos niños no deseados que más tarde engrosarán la lista de criaturas abandonados en la puerta del hospital o del orfanato, y muy posiblemente, la de futuros delincuentes juveniles
Sí. La llegada a La Moneda de la ex primera Directora de ONU Mujeres nos ha traído, además de una buena gobernanta con planes de cambio indispensables, renovadas energías para participar en la vida pública y política de la nación, así como para defender por las calles la libertad de decidir sobre nuestro propio cuerpo.