¿Entonces qué les pasa? ¿Por qué andan tan furiosos?¿A quién andan buscando con revólver?Nosotros no sabíamos que todo lo tenían ocupado, las copas, los asientos,las camas,los espejos, el mar, el vino, el cielo.Y ahora nos salen con que no podemos, que no hay sitio en el barco, no quieren saludarnos, no quieren jugar con nosotros.¿Por qué tantas ventajas para ustedes? ¿Quién les dio la cuchara cuando no habían nacido?Sin mesa ¿dónde vamos a comer,dónde nos sentaremos si no tenemos silla? Si es una broma triste, decídanse, señores, a terminarla pronto, a hablar en serio ahora.Después el mar es duro. Y llueve sangre.(Pablo Neruda, El Barco)
Aun nos duele como país que pretende avanzar a tranco firme hacia una democracia sólida, la muerte del dirigente sindical Juan Pablo Jiménez, ocurrida hace ya más de un año dentro de la empresa AZETA.
La tesis de la bala loca (esa tesis tan usada en los tiempos más oscuros de la represión política en nuestro país), no solo es vergonzosamente insostenible sino que además nos deja de cara frente a una realidad muchas veces silenciosa pero tremendamente aniquilante: el maltrato laboral, el abuso de poder y la poca importancia que se le da a la dignidad de las personas en diversos frentes laborales a nivel nacional.
El asesinato de Jiménez se suma dolorosamente a los recientes acontecimientos que han terminado con la vida de un trabajador y que mantiene a otro en extrema gravedad.
Marco Antonio Cuadra Saldías, presidente del Sindicato Nº2 de los choferes de la empresa RedBus Urbana S.A., a comienzos de junio de este año, tomó la drástica decisión de quemarse a lo bonzo debido a las pésimas condiciones laborales que deben enfrentar a diario los choferes del Transantiago.
La desesperación y la falta de diálogo, llevó al dirigente a este punto que lo mantiene al borde de la muerte.
Rodrigo Aballay Astudillo de 38 años, decidió quitarse la vida al interior del vehículo de transporte de valores de la empresa Brinks debido, según manifiestan sus colegas, a las pésimas condiciones de clima laboral en que conviven a diario los trabajadores, así lo expresó el presidente de la Federación de Trabajadores de Seguridad de Chile, Carlos Jara, quien señaló que “al interior de Brinks hay una inestabilidad sicológica muy grande en un gran porcentaje de los trabajadores a raíz de las malas condiciones que tienen los mandos medios, las jefaturas.Lo que pasa acá es que independiente de los problemas que puede tener cualquier trabajador, si el clima laboral en Brinks fuera bueno, quizás él no habría tomado la decisión que tomó o habría cambiado dicha determinación”.
En una sociedad que quiere asumirse como desarrollada y democrática, no pueden seguir ocurriendo actos que van en dirección opuesta al ritmo del avance social. Las prácticas al interior de las empresas y servicios privados o públicos, no pueden hacer vista ciega al contexto nacional.
Las relaciones laborales, desde su aparición como campo de acción laboral en plena revolución industrial, son un reflejo de lo que somos como sociedad, estas no pueden ser autoritarias ni abusivas en un contexto en donde una sociedad avanza empoderada y demandante de mejores condiciones de vida.
Las organizaciones sindicales, gremiales, el Estado, los privados, todos estamos llamados a defender de manera responsable, con nuestros derechos y deberes, los climas laborales en los que a diario estamos insertos.
Las conquistas sociales de apertura democrática, fue una dura gesta de muchas y muchos que incluso dejaron la vida para ver en Chile una democracia.No asumir la importancia central que reviste el buen trato laboral, es simplemente no entender la madurez de la sociedad, es seguir anclados a prácticas autoritarias y represivas que solo veían, en la añeja concepción Taylorista, al trabajador como un recurso más.Utilizable y por sobre todo, desechable.
Es vital que desde el Gobierno se impulsen compañas contra el acoso laboral y sexual en los ambientes de trabajo.
Ya en el año 2006 se lanzó el Código de Buenas Prácticas Laborales y No Discriminación (CBPL), dando un impulso crucial para la defensa de la dignidad de las personas en todo ámbito. Sin embargo, más allá de las buenas intenciones, el CBPL aún no logra permear de manera profunda la cultura laboral en nuestro país.
En este sentido, el camino de la educación es central, creemos, para hacer el cambio de mentalidad necesario y acorde con una sociedad que pretende lograr un desarrollo económico y social.
Ese es uno de los desafíos no solo para el Gobierno actual, sino que y por sobre todo, es un desafío que tenemos como sociedad, la construcción de una cultura de la tolerancia y el respeto.