El nuevo gobierno está realizando sus primeros pasos en el cumplimiento de su programa. Estos pasos consisten en un aumento de la tributación para obtener el dinero necesario en vista de la reforma educacional.
Miembros de la oposición y empresarios objetan a este proyecto que una mayor tributación se traducirá en que los poseedores de capital preferirán invertir en el exterior y así con menos inversión en Chile habrá menos producción y menos empleo.Así, lejos de disponer de mayores recursos para la educación, estos recursos serán menores.
Reflexionemos sobre este argumento que se opone al proyecto del gobierno.
Aumentar la tributación. El que los capitalistas preferirían invertir fuera del país supone que ellos son guiados por la meta exclusiva de mayor ganancia. Nos preguntamos ¿es así necesariamente? ¿No podrían nuestros capitalistas anteponer a su ganancia personal el motivo de cooperar a la reforma educacional?
Creo que nuestros empresarios son capaces de ser generosos y patriotas y no debemos simplemente suponer lo contrario. No creemos en un liberalismo económico que simplemente supone que el único móvil de una empresa económica, es la ganancia personal.
No creemos en una economía de mercado guiada básicamente por la ventaja personal en la oferta y demanda. El hombre tiene una tendencia fundamental que lo mueve a buscar su propio bien pero también todo ser humano está vinculado por su naturaleza social al prójimo para buscar su bien y el bien común de la sociedad.
En estas dos tendencias se basa el precepto evangélico que es “amar al prójimo como a ti mismo”. Hay que contar con la dimensión altruista del amor y cultivarla.
En Chile, el liberalismo económico que conocemos y en parte rige entre nosotros es el de los “Chicago Boys”. Ahí rige el principio, que cada uno busque su propio provecho económico y en el conjunto resultará el bien para todos.
Esta economía liberal ha sido moderada en su rigidez por la “economía social del mercado”, concebida en Alemania y que rige en partes de Europa. Esta, por lo menos, abre un camino para una dinámica altruista, una dinámica generosa, un amor altruista.
Chile necesita una economía que asegure un bienestar equitativo, el bienestar de cada uno y el bien común de la comunidad nacional.Debe haber una tributación suficiente pero, que no ahogue la iniciativa personal, que ha de alimentar precisamente esta tributación que crea la igualdad.
El argumento base del liberalismo económico es que la libertad es el ambiente más favorable para las iniciativas creativas y en último término para la prosperidad de las naciones.Pero la realidad ha demostrado que si el socialismo puro fracasó el siglo pasado, este siglo el liberalismo puro está en plena crisis y se muestra incapacitado para enfrentar los problemas que el nuevo milenio está presentando a la humanidad.
Concretamente el agotamiento del globo, de los recursos de este mundo, el calentamiento de los mares, de la atmósfera, la urgencia de una política mundial y equitativa para los pueblos.
El mundo en su rápida evolución está demandando más equidad, una mayor igualdad.Entre los tres postulados de la revolución francesa hemos usado y sin duda también abusado de la “liberté”, pero ahora hemos de encaminarnos a la “égalité” y apuntar a la “fraternité”.
Chile también explícitamente está empeñado en lograr una igualdad fundamental.Habrá adecuaciones económicas y financieras que hacer. Hoy más que nunca habrá cambios culturales y espirituales, es decir en todo el ámbito de las relaciones humanas.
La economía desde The Wealth of Nations de Adam Smith estaba presidida por el deseo del lucro económico. En adelante deberá estar presidido por el amor altruista, por la búsqueda del bien común nacional y mundial. Solo así podremos rescatar el mundo del peligro que le amenaza, el peligro de agotarse y deshacerse en el egoísmo y la lucha fraterna.