Cuando hablamos de derechos humanos en nuestro país, debemos expresarlo, y practicarlo. Por eso he celebrado constantemente los proyectos de ley que ha impulsado el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, ya que se están abriendo las puertas hacia el desarrollo no sólo en lo económico, sino que también en lo valórico.
En este sentido, una de las iniciativas que mayor relevancia adquirió durante la Cuenta Pública el pasado 21 de mayo, fue el proyecto que despenaliza el aborto terapéutico en casos de violación, peligro de la vida de la madre e inviabilidad del feto. Situación que se permite en todos los países desarrollados del mundo.
Es más, Chile es uno de los seis países del orbe, que junto a El Salvador, República Dominicana, Nicaragua, Malta y el Vaticano, aún no es una opción, situación que nos deja en el subdesarrollo en temas valóricos.
Debemos entonces legislar con prontitud y con altura de miras, donde todos los sectores de la sociedad estén involucrados en este proyecto, que sin duda abre una opción válida y bajo el concepto de libertad, dando la posibilidad a la madre de elegir cuando se dan estos tres casos antes mencionados, respetando sus derechos sexuales y reproductivos.
Según la encuesta de la organización MILES, el 67% de las chilenas y chilenos está de acuerdo con el aborto terapéutico en caso de violación y aunque se desconocen datos precisos, según aproximaciones, entre 2008 y 2015 la tasa de abortos en Chile sería de 284.804 versus 661.430 embarazos, es decir, 2,2 fetos muertos por cada nacido vivo.
Esto nos indica que es urgente legislar, ya que terminaríamos de raíz con la clandestinidad, dado que aunque ilegal, esta práctica se realiza de igual manera y muchas veces sin los protocolos médicos adecuados, poniendo claramente en riesgo la salud de la progenitora.
Chile posee la mayor cantidad de embarazos interrumpidos de Latinoamérica, y las cifras basadas en registro de arrestos, muertes y egresos hospitalarios por dicha causa, hablan de 40.000 abortos clandestinos al año y una tasa de 50 por cada mil mujeres en edad fértil.
De hecho, durante mucho tiempo, el aborto fue la primera causa de muerte entre las mujeres chilenas. Es más, entre los años 2000-2004, de las 208 muertes maternas ocurridas, el 12% fue por abortos mal hechos.
En este sentido, el programa de la Presidenta Bachelet introduce el aborto en los tres casos que ya hemos mencionado.
En la cuenta pública del 21 de mayo, la mandataria dijo: “Periódicamente conocemos por las noticias casos de mujeres que se practican abortos clandestinos que ponen en riesgo sus vidas y sin duda las marcan con una experiencia de dolor y angustia. Cada aborto en el país es una señal de que como sociedad hemos llegado tarde porque la prevención no tuvo los resultados deseados”.
Por lo tanto, Chile -tal como lo dijo la Presidenta- debe enfrentar en una discusión madura, informada y propositiva esta realidad, debatiendo en el Parlamento un proyecto de ley que despenalice la interrupción voluntaria del embarazo en los tres casos que hemos señalado.
Este es un tema que ha estado presente en nuestro debate legislativo desde la vuelta a la democracia. De hecho, el aborto terapéutico fue legal hasta el término de la dictadura militar, y nunca se levantaron voces de la derecha, ni de ningún credo religioso para oponerse. Sin embargo, antes que comenzara el primer gobierno democrático, este derecho fue derogado por los militares, y hasta hoy, no hemos podido ni siquiera aprobar la idea de legislar.
Más aún, tenemos seis iniciativas legislativas entre la Cámara de Diputados y el Senado. Es por ello que no partimos de cero, y tal como lo ha indicado la propia Presidenta Bachelet, la Ministra de la SEGPRES, Ximena Rincón, y el Ministro de la SEGEGOB, Álvaro Elizalde, más que un nuevo proyecto, el Ejecutivo evaluará las mociones existentes y a partir de ello, definirá el apoyo a éstas.
La discusión ha sido ardua desde el primer minuto, pero creo que el diálogo es imperioso y la pedagogía a la hora de explicar, también. Como Presidenta del Senado propiciaré siempre el consenso y escucharemos cada uno de los planteamientos de la Iglesia Católica, Evangélica y todos los credos religiosos, así como también los planteamientos de la UDI y la oposición en general.
Lo importante es no caricaturizar el debate, sino que alcanzar un acuerdo sensato que el país está esperando.Es un proyecto necesario y urgente.Queremos velar por la salud de las mujeres, y es importante que se entienda que nadie está promoviendo el aborto, sino que queremos que exista la opción en caso de peligro de vida de la madre, inviabilidad del feto y violación, para cualquier mujer que se vea enfrentada a estas tres situaciones dramáticas.
Hemos escuchado muchas voces que se oponen y están en su pleno derecho, pero quienes pensamos distinto bregaremos porque exista la libertad de decidir para las mujeres en Chile. Como ya lo dijeron las mujeres italianas cuando luchaban por este derecho “el aborto es un drama, no hagamos de ello una tragedia”.