Muy interesante el planteamiento de la reforma tributaria como un nuevo pacto social, no sólo necesario sino además urgente para terminar con la desigualdad. Es imposible no simpatizar con tan noble objetivo. El acto de recaudación/recolección de fondos avanza a paso firme -sólo falta conocer el uso de esos fondos- el horizonte en el que se verán los resultados y como el aparato estatal, con su staff y competencias, ejecutará esta proeza.
También es interesante ver la vereda de enfrente, abogando por el crecimiento económico como receta única para la misma enfermedad… la desigualdad, y como una reforma tributaria nos aleja de ese tan anhelado crecimiento, medio sin parangón para la erradicación de este mal.
Si Ud. se fija en su alrededor inmediato, probablemente encontrará infinitos ejemplos de desigualdad dura y estructural: estatura, inteligencia, capacidad física, habilidad musical, etc.
No hay redistribución de riqueza ni crecimiento portentoso que se pueda hacer cargo de tales diferencias; tal vez la fuerza de voluntad, empuje y capacidad de aguante individual es capaz de cerrar o reducir esas brechas, al fin del día no hay nadie más interesado en “igualarse” hacia arriba que quién está en desventaja.
Se entiende que la desigualdad que de verdad vale la pena abordar no es la del tipo natural o estructural, sino la que tiene que ver con el acceso diferencial a las oportunidades, ahí si hay que remover barreras, esa es una “mala desigualdad”.
¿Cuánta inversión es necesaria para nivelar la cancha? ¿Cuál es el plan?
De la desigualdad natural en cambio, nace la fuerza motriz y la motivación para mejorar la competencia, el premio subyacente al acto de mejorar. De esa desigualdad o diversidad nace también la creatividad y la innovación para poder imaginar nuevos estados del mundo, para crear aquellas posibilidades que incluso hacen mejores a los mejores.Bauticemos a este tipo de desigualdad como la “buena desigualdad”.
¿Cómo sabremos si las reformas tributaria y educacional abordan la desigualdad buena o la mala?
El foco del uso de fondos nos puede dar algunas luces.
Está ampliamente documentado que el acceso diferencial a las oportunidades se produce temprano en el ciclo educativo, por lo tanto una proporción importante del flujo debería ir a los ciclos iniciales de formación de los estudiantes, más inversión en educación básica y preescolar que en universitaria.
También es interesante ver si esta inversión aumenta o reduce la variedad de tipos de educación legitimados oficialmente, home schooling con exámenes libres, carreras técnicas con opciones de continuidad universitaria posterior, educación particular subvencionada, etc.Incluso podría ser interesante reabrir el debate del lucro, porque más allá de la ideología, eliminar a aquellos actores que lucran, contribuyendo a la mala desigualdad.
Hasta aquí dos puntos en que la reforma educacional contribuye a incrementar la mala desigualdad.
Por el lado de la eliminación de la selección de alumnos-punto a favor de la reforma educacional propuesta- esta iniciativa aumenta la diversidad.Habrá requisitos mínimos a cumplir e instituciones con fines especiales que requieran algún grado de calificación previa al ingreso, pero como norma general, eliminar la selección aporta al proceso.Es importante aclarar sí, que el aporte no viene por la vía de apelar a valores superiores como la no discriminación, sino por ser una contribución a la buena desigualdad.
Sólo queda esperar la perfomance de ambas reformas para ver en terreno si las fichas que se apuestan, pueden suplir los problemas que justifican su creación.