A fines de los 80, los liberales fueron parte de los grupos que se enfrentaron a la dictadura y conquistaron el retorno a la democracia.German Riesco, Hugo Zepeda, Adolfo Ballas, Tomás Puig, Pedro Correa y otros fueron algunos de los liberales que se opusieron a Pinochet y junto a otros demócratas nos devolvieron la democracia, retornando a nuestro país en su cause histórico de libertad y tolerancia.
Digámoslo con todas sus letras: defender la mantención de la actual Constitución, no tiene nada de liberal. Tenerle miedo y reparos a los cambios y reformas democráticas no habla de un liberalismo político, más bien dan cuenta de complejos propios del conservadurismo autoritario.
Ser liberales nos obliga a tener una posición crítica ante todo tipo de dogmatismos, incluso los dogmatismos constitucionales, que se esmeran por conservar vigente una Constitución inspirada en la guerra fría. Por suerte, Chile y el mundo han cambiado y los chilenos nos merecemos una Constitución moderna, hecha en democracia y bajo el consenso mayoritario, sin exclusiones.
Ser liberales es defender la soberanía popular y su autodeterminación. Ser liberal es promover una democracia libre de tutelas autoritarias. Liberal es valorar la importancia de la legitimidad sobre las reglas del juego que se impone una sociedad.
Liberal es entender que ningún grupo -por mayoritario que sea- puede imponer leyes injustas al resto de la sociedad. Liberal es alejarse de los extremismos de la izquierda y la derecha, y defender el Estado de derecho, por sobre los administradores temporales de éste.
Para todo liberal no da lo mismo quién y cómo se fijen las reglas del juego de una sociedad. Aquello debe hacerse utilizando todos los mecanismos que la propia democracia ofrece, sin descartar la Asamblea Constituyente, como un mecanismo dentro del Estado de derecho para diseñar de forma pluralista una Carta Magna de amplia legitimidad nacional.
Para los liberales la democracia procedimental no es suficiente. No basta con ejercer el derecho a voto cada cierto tiempo. Nos preocupa la calidad y profundidad democrática.
Para ello, Chile requiere de una Constitución más moderna que de cuenta de instituciones y procesos más participativos, descentralizados, transparentes y al servicio de los ciudadanos.
En la 59 reunión de la Internacional Liberal, realizada la semana pasada en Holanda, los delegados de los partidos integrantes aprobaron la declaración referida a Chile, en donde la Internacional apoya la idea de una nueva Constitución, de tal manera que los chilenos nos demos una Carta Magna hecha en democracia y dejando atrás la Constitución del 80, cuestión que simbólicamente es muy chocante para muchos líderesen el resto del mundo.
“¿Qué aún tienen en Chile la Constitución de Pinochet?” me preguntaban sorprendidos.“Sí, pero le llegó su momento” fue mi respuesta.