La noticia de una paciente teniendo su criatura en el baño del hospital de Temuco desnuda el estado en que se encuentran y la capacidad de atención de los servicios públicos de salud, que simplemente da vergüenza.
No es la primera vez que se hace esta denuncia. En el hospital Sn José, de la región Metropolitana, ya ocurrió dos veces una situación similar, con el costo que ello significa para la dignidad de las familias.
Esta es una de las herencias más penosas del gobierno de Piñera, que hizo cuanto pudo para transferir los recursos del sector público al privado, generando una postración que hoy significa una atención humillante para las familias de menos recursos.
Esa decisión aumentó como nunca las utilidades de las Isapres y otros grupos que lucran con este lamentable estado de cosas.
Luego, cuando se acabó el tiempo y llegó la campaña electoral, vino lo más penoso: la inauguración de hospitales para la foto, la flamante tarea de inauguración de instalaciones que no eran tales.
El caso más escandaloso es el ocurrido en la comuna de Puente Alto. Una burla para un millón de personas con la directa participación del Presidente de la República.
Se trata del increíble caso de un engaño con fines populistas, es decir, aumentar el escaso prestigio de las autoridades no importando la utilización de falsas promesas para conseguirlo.
Estos hechos tuvieron lugar, además, en Calama, Maipú, Puerto Montt, y otras localidades en que se inauguraron hospitales que no estaban terminados ni equipados o cuyas obras estaban paralizadas por la ineptitud de las autoridades de turno.
En resumen, estamos ante una evidente falta de ética pública en la gestión del sector salud.
Ahora bien, resulta imposible no elevar esta dramática situación a la condición de prioridad en la agenda social actualmente en desarrollo.
En este ámbito sí que vale la expresión “los pacientes no pueden esperar”.