03 abr 2014

Fukujama y el neoliberalismo

Tal vez recuerden a Francis Fukujama y su teoría del “fin de la historia”, formulada luego del derrumbe de la Unión Soviética, según la cual el futuro de la humanidad estaría marcado por dos grandes tendencias expansivas de signo positivo – el mercado y la democracia – augurando una era de prosperidad y paz.Siguiendo a Hegel, parecía excluir cualquier nueva ruptura que pudiera dar origen a un cambio cualitativo.

En un reciente artículo(1) el pensador norteamericano reconoce los efectos devastadores de la última crisis económica mundial, que partió el 2008 y cuyos coletazos aun no se extinguen.

Fukujama advierte que junto a los efectos positivos de la globalización, especialmente en las áreas periféricas del capitalismo, donde millones han salido de la pobreza ( China y la India) y se ha ampliado la clase media ( América Latina), ese fenómeno también ha traído consecuencias negativas, como se puede constatar en los países desarrollados donde ha aumentado la brecha entre ricos y pobres y se han restringido y debilitado los sectores medios; así lo demuestran los sondeos realizados en EE.UU., Gran Bretaña y Francia.

Junto con constatar este hecho, alerta sobre sus potenciales consecuencias negativas para la democracia: en esos países surgen brotes y movimientos populistas de corte autoritario, incluso de índole neofascista, que cuestionan los fundamentos del Estado de bienestar en sus diversas expresiones, animados de un fuerte nacionalismo y de sentimientos de xenofobia. Se corre el riesgo que la crisis deslegitime las instituciones de la democracia.

Fukujama se preocupa por los cuestionamientos a la globalización como reacción ante un esquema de desarrollo desigual, que ha permitido el abuso de las elites dirigentes, causando la crisis del 2008. La mala distribución de los frutos del crecimiento puede erosionar su fundamento.

Este problema no estaba en su horizonte mental cuando escribió el libro que lo catapultó a la fama, montado en el optimismo que vino en Occidente una vez superada la experiencia comunista clásica, en la cual no se puede incluir ni a la China ni al Vietnam de hoy.

El camino de la globalización a fines de los 80 parecía despejado de obstáculos para un crecimiento armónico de la economía y de la democracia. Pero la historia tiene sorpresas. Ya lo habían advertido varias voces críticas que entonces fueron acalladas o desautorizadas, mientras aumentaba la fama de Fukujama: era el intelectual del optimismo.Hasta que llegó el amargo despertar de la crisis golpeando a las empresas, a las personas y a los Gobiernos en todo el mundo.

Fukujama ahora plantea que hay que buscar un nuevo paradigma de integración entre la economía y la política, superando el esquema neoliberal imperante desde los años 90 con diversos grados de intensidad y aceptación por parte de los ciudadanos.

Reconoce que todavía no se ha encontrado una fórmula nueva y adecuada ni en los EE.UU. ni en Europa. Para sorpresa de muchos afirma que el crecimiento debe dejar de ser el parámetro para medir el desempeño de la economía, cediendo su lugar al empleo y la distribución.

Propone un papel mayor del Estado en la regulación de la economía, principalmente de los mercados financieros.

El Estado debería favorecer la innovación que permita un mayor empleo de mano de obra y favorezca el sector industrial con base nacional, para evitar la fuga de industrias que ocurrió en los EE.UU. durante los 90 y 2000 trasladando las empresas hacia China y otros países asiáticos, así como ciertos sectores productivos lo hicieron hacia México.

A su juicio EE.UU. debería superar el esquema neoliberal, manteniendo una economía abierta y competitiva.Una mayor regulación del sector financiero a nivel internacional podría servir para prevenir una futura crisis.

Las reflexiones recientes de Fukujama nos hablan de la debilidad de las construcciones ideológicas, cualquiera que sea su signo político, que simplifican la realidad y transforman sus planteamientos en axiomas irrefutables, que el tiempo se encarga de destruir. Así ha ocurrido, ahora, con el neoliberalismo.

Hay que cuidar siempre que las ideas que animan la política y rigen la economía sean siempre analizadas en su mérito y sometidas al examen de la realidad, analizando su viabilidad y sus efectos.

Esto es particularmente importante en Chile, pues existe entre nosotros una tendencia en escapar de los desafíos afirmando en forma dogmática postulados de orden general que muchas veces no guardan relación alguna con los problemas que debemos enfrentar ni con el grado de desarrollo del país.

Cada cual se refugia, entonces, en su trinchera y se apresta al combate blandiendo sus propios paradigmas, y no se abre al diálogo cultural y político que debe animar toda deliberación democrática.

(1)The Forerign Policy Essay: the Domestic Basis of American Power, in Lawfare Institute 9/3/2014, Brooklyn.

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  • Pablo Andrés Vidal Vargas

    Lamentablemente no creo que esos cambios en la lógica capitalista planteados por Fukujama, vayan a caer bien en los sectores más avezadamente neoliberales, como los que se encuntran en la derecha liberal chilena, hija predilecta de la escuela neoliberal de Milton Friedman. Va en contra de la libertad de las ideas y del paradigma medular: el Estado solo provee trabas y burocracia. La globalización y la democracia, dos herramientas que en los 90′ estaban en auge, han perdido la batalla. Si algo se terminó en ese momento no fue la historia, como lo planteara el citado
    economista. Lo que se terminó fue el contrapeso político a un modelo que nació podrido y mintiendo. Las grandes naciones que gozaron del auge económico de la expansión capitalista, lo hacían con las manos bañadas de la sangre de la gente humilde que no tenía más oportunidades de trabajo que los miserables puestos laborales en industrias estadounidenses o inglesas instaladas en sus tierras. La riqueza capitalista es la pobreza de las clases oprimidas. Los vicios del mismo sistema asoman ahora, no porque se hubieran creado por fallas espontáneas e involuntarias, sino que porque seguir ocultándolas era ya imposible. Yo digo que más que maquillajes, aquí necesitamos un cambio hacia un sistema más humano y menos anárquico. Porque el sistema capitalista mundial no tiene orden ni planificación, simplemente existe: es una anarquía no asumida.

    • Guillermo Parra

      Un cambio de paradigma de sociedad. Eso es lo fundamental. Porque lo que sostiene el sistema neo-liberal no es una estructura “tecnica”, sino valórica. La concepcion de la vida como una carrera individual, una despiada competencia hacia el exito material, sostenida por la ambición, la codicia y el hedonismo (la gran metáfora del “Lobo de Wall street”), donde solo sobreviven los más fuertes o mas dotados, es el paradigma que nos rige, y contra eso, no hay nada que hacer que no sea cambiarlo desde la base, es decir desde la formación inicial de las personas,. es decir la educación (familia-colegio-universidades). Eses cambio valórico es la revolución que necesitamos.

  • Eduardo Lira

    La Globalización y el Capitalismos sepultadores del surgimiento de nuestro gran país Sur Americano (Río Grande al sur). Con intervenciones Política-Militares, destruyeron un futuro prospero el que amenazaba su liderazgo económico de las grandes potencias autodenominadas Primer Mundistas.
    En la actualidad apreciamos y entendemos que el sistema económico desde sus inicios colapsaría.
    Discrepo con el autor en el párrafo donde dice: ” advierte que junto a los efectos positivos de la globalización, especialmente en las áreas periféricas del capitalismo, donde millones han salido de la pobreza ( China y la India) y se ha ampliado la clase media ( América Latina)”. China e India han sido naciones ultrajadas y abusadas en demasía por todas estas empresas transnacionales, en donde familias enteras incluyendo niños han sido sometidos a trabajar por un plato de comida. América Latina explotada en sus recursos naturales, y en donde se benefician todos aquellos que descienden de familias “colonas y conquistadoras “. Esto no es mas que un monopolio, en donde se benefician unos pocos .