Este 11 de marzo, el país se reencuentra con lo mejor de su tradición republicana y democrática; con la energía y la fuerza de su historia de acuerdos políticos y de luchas sociales; con su permanente búsqueda de justicia, libertad e igualdad.
Como autoridades tenemos que comprender y asumir activamente los cambios sociales y culturales producidos, para que nos conduzcan hacia soluciones profundas y permanentes, que beneficien a todas y todos los chilenos.
En este proceso de cambios que vive la sociedad chilena, se produce un hecho inédito en la historia política de nuestro país. Asumo el desafío de ser la primera mujer Presidenta del Senado en la historia de Chile, y entregar la banda presidencial a otra mujer, Michelle Bachelet.
Además, dos mujeres ocuparemos simultáneamente los más altos cargos del Estado y espero que este hecho tan simbólico sea una señal para todas aquellas que hoy todavía sufren discriminación, y que también sirva para continuar profundizando la igualdad de género.
En nuestro país los derechos de las mujeres están retrasados respecto a la gran mayoría de los países de América Latina, y en materia de violencia de género, una mujer muere a la semana como víctima de femicidio. Estoy cierta, que junto a la Presidenta Bachelet, avanzaremos por cambiar esta realidad.
Es un gran orgullo ser la nueva Presidenta del Senado porque en la testera del Senado estuvo mi padre, Salvador Allende Gossens, entre los años 1966 y 1969, antes de ejercer la Presidencia de Chile. Él asumió con lealtad y responsabilidad la conducción política del Senado, el espacio republicano que por excelencia cobija la diversidad de ideas, el pluralismo político e ideológico.
Por ello, quiero rendir un especial homenaje a mi padre, a todos aquellos que entregaron su vida, y a quienes lucharon por recuperar la democracia. Sé que él estaría orgullo de ver a su hija en la testera del Senado, como también lo estaría Tencha, porque hemos sido y seguiremos siendo una familia comprometida con Chile.
Espero contribuir desde el Senado a introducir los cambios profundos que se han trazado en el programa de Gobierno de la Presidenta Bachelet. Además, tenemos el reto de enaltecerlo como el lugar de los grandes debates y la búsqueda de acuerdos fundamentales que nuestro país requiere, para avanzar hacia una mayor equidad y con habitantes que se sientan felices y orgullosos de vivir en él.
Muy pronto tendremos que abordar los proyectos de leyes sobre reforma tributaria y educacional, y una nueva Constitución. Proyectos de un fuerte contenido político, que exigirán una discusión que ponga como horizonte el bienestar de todos. Serán debates que espero terminen en importantes acuerdos, entre mayorías y minorías parlamentarias, pues todas ellas son expresión de la soberanía popular.
Una de las principales reformas es tener una educación gratuita y de calidad, de manera de asegurar a las generaciones presentes y futuras, las herramientas, capacidades y competencias para alcanzar un adecuado desarrollo individual, familiar y de la sociedad toda.
Requerimos, además, de una Reforma Tributaria justa, que proporcione los recursos suficientes para implementar las políticas públicas.La Reforma Tributaria es un imperativo ético para alcanzar mayores niveles de equidad.
Otra de las grandes tareas que nos propone el gobierno de la Presidenta Bachelet es tener una nueva Constitución. Este Senado, acompañado de una amplia participación ciudadana, está llamado a ser un centro neurálgico en la discusión de las propuestas para lograr que nuestro país tenga una Carta fundamental, que incorpore los cambios que se requieren para tener una sociedad más sana. Una Constitución que responda a las exigencias del siglo XXI.
Seremos parte de las grandes esperanzas que los chilenos y chilenas han puesto en sus representantes.Nos han dado la confianza, a pesar del notorio alejamiento que hoy tienen de la clase política.
Por lo mismo, tenemos una gran oportunidad de comenzar a revertir esta percepción, discutiendo con altura de miras, haciendo esfuerzos por articular desde el Senado las instancias de debate que se requieren para abordar estos grandes desafíos.
Deseo que esta presidencia sea un eje articulador del proceso legislativo, que nuestro trabajo se haga con la máxima transparencia y compromiso de diálogo abierto, a todos los sectores y actores políticos; y que fortalezcamos cada vez más los nexos que tenemos con nuestros pares de América Latina y el mundo.
El Senado debe contribuir a desarrollar acuerdos políticos estables y en la formulación de políticas públicas que garanticen derechos, que otorguen las protecciones sociales necesarias y que beneficien, en particular, a los que sufren los efectos de la injusticia y la inequidad.
Necesitamos un Senado que escuche y establezca espacios de encuentro y de vinculación con las fuerzas sociales, para recoger e interpretar correctamente sus aspiraciones y anhelos.
Pueden apreciar que no será un trabajo fácil, pero es un lindo desafío al que invito a cada uno de mis colegas parlamentarios, para que trabajemos juntos en pos de un mejor futuro para todo Chile.