Como era de esperarse el actual Gobierno termina en medio de una estrategia publicitaria encabezada por el propio Presidente de la República, Sebastián Piñera, tendiente a enfatizar en los logros de su gestión.
Autobombo, escasa autocrítica, dudosas cifras son los íconos de una derecha que se va dividida por proyectos que son más personales que colectivos.
Se han destacado ampliamente las cifras globales en materia económica, vale decir crecimiento y empleo.Nada se dice, primero, acerca de que los resultados son esencialmente buenos en sus primeros meses, como consecuencia de las políticas de la administración anterior de Michelle Bachelet, para salir de la crisis.
Tampoco se indica con claridad que se está entregando La Moneda en medio de una desaceleración y con menos recursos que los previstos.
En materia de empleo, se enfatiza en el número, señalando que se han generado casi un millón.Se sabe que la mayor parte se crearon en los primeros años, que se trata de puestos de trabajo altamente inestables y de baja calidad, principalmente independientes o a cargo de empresas de externalización de servicios, lo que es más evidente en el caso de las mujeres y también en algunas regiones, como la nuestra, donde la sequía no ha sido bien enfrentada.
En materia de servicios básicos los logros son aún más cuestionables. En educación, el Gobierno logró atenuar las manifestaciones estudiantiles, pero se alejó del sentir de la ciudadanía que quería avances hacia la gratuidad.
En salud, no se ven mayores éxitos. Las cifras oficiales destacan dudosos números de infraestructura en que se incorporan obras que están aún en proyecto y que, peor aún, se pretendería licitar a privados.
Otro aspecto en que el discurso oficial se aleja de la realidad es seguridad ciudadana.Contra la percepción mayoritaria de la ciudadanía y estudios serios que indican que la delincuencia ha aumentado, el Gobierno ha destacado cifras de victimización, elaboradas por el hoy cuestionado INE, que señalarían una baja en los delitos de mayor connotación social y que son imposibles de creer.
Con franqueza, no todo es malo, se ha hecho un esfuerzo importante, más aún habiendo comenzado el período con la tarea de reconstruir lo destruido con el terremoto del 2010 y se han logrado avances puntuales en algunas áreas, lo que es propio de un país con políticas públicas que tienen grados relevantes de continuidad.
Sin embargo, ello está lejos del discurso triunfalista y refundacional que emana de La Moneda.No fue este un Gobierno que destaque especialmente por logros y cifras relevantes. Las que se muestran son mediocres o cuestionadas.
En la forma, hubo escándalos relevantes, como el perdonazo de Johnson’s; los constantes conflictos de interés de autoridades y escándalos graves que incluso costaron la renuncia de ministros y otras autoridades.
La ciudadanía lo ha apreciado de esta forma y por ello ha confiado en la oposición para dirigir el país, eligiendo a Michelle Bachelet y dándole un importante respaldo a la Nueva Mayoría en el Parlamento. A partir de este martes, en que la Presidenta y los legisladores deben asumir sus funciones llega la hora de cumplir lo prometido.
Serán cuatro años cortos en que hay que impulsar de inmediato, con mucha fuerza, el programa que se comprometió al país, partiendo por los ejes claves en educación, reforma tributaria y nueva Constitución, pero también en cada una de las otras áreas.
La ciudadanía tiene un rol relevante procurando empujar esos cambios cuando ellos se entraben o dificulten.
Fuerza y mucho éxito, Presidenta.