Durante los últimos dos años he escrito en este medio y en diversas entrevistas he mencionado tanto la fragilidad de la red sismológica, como la gravedad que tiene esta situación en el país más sísmico del planeta, haciendo énfasis en la relevancia que posee el dato sísmico que de allí se obtiene para efectos del sistema emergencias, alerta temprana y de maremoto.
El 27 F nos golpeó mientras el proceso administrativo para la adquisición de instrumentos que permitirían generar el crecimiento más importante de Chile en materia de red sismológica, prácticamente quintuplicando la cantidad de instrumentos disponible, se encontraba ad portas de obtener las primeras adquisiciones de esta compleja y avanzada tecnología.
El gobierno del Presidente Piñera levantó con fuerza, y no se esperaba menos, la modernización del sistema de emergencias. Qué mejor entonces que iniciar la gestión con 18 millones de dólares en equipos, faltando sólo terminar el proceso de compra y dejar que el sistema operara con normalidad, es decir que la entidad experta en la instalación y que desde principios de 1900, hasta el día de hoy, ha manejado y desarrollado la red sismológica nacional, hiciera lo suyo.
Era para todos el mejor escenario. Un gobierno motivado, impetuoso, buscando la oportunidad para, en sólo cuatro años, establecer logros diferenciadores con administraciones anteriores. Qué mejor que dejar la mejor red sismológica en la historia.
Sin embargo, ocurrió lo inimaginable.
La administración de ONEMI anunciaba cada cierto tiempo, y hasta la semana pasada,que la instalación de equipos sismológicos y robustecimiento de la red era un hecho, mientras pedía, en 2010, de vuelta los recursos entregados al Servicio Sismológico de la Universidad de Chile, para posteriormente debilitar a esta centenaria institución,la cual reemplazó el Servicio Sismológico por el Centro Sismológico Nacional, fragilizando su institucionalidad y restringiendo prácticamente su existencia y operación, a un convenio que se firma anualmente, cuestión que ha terminado por limitar la mirada de largo plazo y debilitar progresivamente el soporte científico que requiere este componente del sistema de emergencias. Así cada uno de estos anuncios terminó siendo sólo una buena puesta en escena.
En enero pasado el director de ONEMI Ricardo Toro respondió en Cooperativa (http://www.cooperativa.cl/noticias/pais/sismos/director-de-onemi-nego-que-equipos-sismologicos-no-esten-instalados/2014-01-15/093856.html ) enérgicamente al director del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile, el sismólogo Jaime Campos, quien había comentado la fragilidad de la red sismológica en el marco del II Congreso del Futuro, realizado en la sede del ex Congreso Nacional, negando lo señalado por Campos y cuestionando su veracidad.
La conmemoración del 27F se vio nuevamente llena de anuncios y avances en materia del robustecimiento del sistema de emergencias. Sin embargo ya no fue necesario un 8.8 para demostrar su fragilidad.
Una seguidilla de sismos en la zona central, y uno de solo 5.3 Richter, bastó para que la red sismológica no respondiera acorde a lo prometido y por ende a lo esperado por la comunidad.
Demora en la entrega de magnitud, falta de precisión, fue solo la punta del iceberg que hizo que el cuestionamiento de robustez ya no viniera desde quienes trabajamos en el mundo de la gestión de emergencias, sino que de la temerosa ciudadanía que con razón reaccionó molesta, y por cierto los medios de comunicación que buscaron las explicaciones de lo ocurrido.
De esta manera, el Centro Sismológico de la Universidad de Chile cuya existencia se asocia a estos convenios anuales con ONEMI, mecanismo perverso al momento de tener que responder ante la comunidad, ha reconocido de manera clara en las últimas horas lo que se ha venido diciendo por años.
De los cerca de 600 instrumentos, solo el 10% aproximadamente estaría en terreno, de estos pocos, no todos están conectados ni entregando información útil para el sistema de alerta temprana y de maremoto, y más aún la red de comunicaciones que permite que los datos lleguen al centro de procesamiento es frágil y puede verse interrumpida frente a sismos importantes, e incluso por fallas propias de la red de internet.
Esta vez bastó un sismo de magnitud 5,3 Richter para demostrarnos que la protección anunciada no es tal.Uno de las conclusiones inmediatas es comprender que hoy no existe robustez ni de la red sismológica, ni tampoco del sistema de alerta frente a maremotos generados frente a la costa chilena, y que cerca de 600 instrumentos están en alguna parte, pero claramente están lejos de brindar el servicio para el cual fueron adquiridos, y cuya primera prioridad en gestión de emergencias es salvar vidas.
Quedan pocos días para que asuma un nuevo gobierno, el cual deberá retomar lo que simplemente se transformó en un mal paréntesis, es decir reforzar la red sismológica, con una alta probabilidad de algún sismo de magnitud destructiva dentro de los próximos cuatro años.
Sin embargo, también deberá asumir esta tarea con la misma ONEMI que hasta la semana pasada hablaba de importantes avances en esta materia.
Sin duda un complejo panorama para la nueva administración, que recibe un sistema confirmadamente frágil, con serios problemas de credibilidad y confianza, en una materia tanto técnica como política, con la certeza que lo indeseado ocurrirá, aunque no sabemos cuándo, y que claramente no estamos bien preparados.