Estamos a un mes del cambio de gobierno y el incesante “corte de cintas” de obras o anuncios virtuales, girados a cuenta de platas futuras continua de manera incesante.
Nunca nadie se había hecho tanta auto propaganda con recursos fiscales. Ese factor de ausencia de pudor en la alabanza hacia su actividad personal por parte del gobernante y su círculo más cercano, y muy probablemente, la cohesión patriótica del país ante el dictamen de La Haya en la controversia con Perú, han mejorado la popularidad del Presidente que se va, lo que ha permitido que algunos lo proclamen ya sin ambages como el candidato de la derecha el 2017.
Lo demás se olvida. La vergonzosa postración de la salud pública, la agudización de la delincuencia y el debilitamiento de la seguridad pública, la exacerbación del tema indígena y de la demanda mapuche, el conflicto latente de decenas de miles de familias con subsidios de vivienda sin casas que los respalden, el reducido margen del presupuesto del año en curso, el aumento de los abusos de AFP e ISAPRES y de los servicios telefónicos, de transporte y bancarios durante los meses de verano, la desprotección de la pesca artesanal y el incremento de los atropellos en el sector laboral.
En suma, el conjunto de un fardo de injusticias y desigualdad que se desconoce por mediciones de opinión hechas a la medida del gobernante.
Desde el bloque de la Nueva Mayoría no hemos ejercido la crítica política suficiente ante el artificial exitismo gobiernista.
Pareciera ser que las preocupaciones se subsumen en el exclusivo ámbito de las postulaciones a futuros cargos en el aparato administrativo del gobierno que pronto asume.Hay mucha ansiedad que conduce a errores.
Por ello, se debe reconocer que dejar que desde La Moneda se instale un balance hecho a imagen y semejanza de sus intereses futuros, puede devenir en un tiempo breve, en un pesado lastre para las iniciativas de las propias nuevas autoridades. Se está dejando pasar un diagnostico artificial de la realidad, acomodado a la estrategia del que se va en marzo y quiere volver en cuatro años más.
Por el contrario, la situación del país esta recargada de expectativas y de demandas que son un arrastre del gobierno actual y que quedarán sin solución.
Me explico que haya quienes piensen que en un periodo de traspaso lo mejor es evitar polémicas, pero esa idea se transformará fácilmente en un boomerang. Las falsas imágenes quedan y no se borran.
En tal sentido, hay que recoger la experiencia del inicio de la transición, a comienzos de los años 90, en que tuvo tan alto costo no denunciar, como se debió haber hecho, las oscuras privatizaciones que enriquecieron a un puñado de audaces que pasó a ser muy poderoso, tanto como para financiar abundantemente las campañas electorales de la derecha.
Lamento el exceso de lucha por los cargos y la ausencia de un enjuiciamiento veraz, objetivo, sin descalificaciones, pero a fondo del país como efectivamente está y no como se dice desde el poder central que se encuentra.
Se debiera evitar que en algunos meses más haya que arrepentirse de no haber dicho las cosas a tiempo y se empiecen a dar las explicaciones que otros astutamente eludieron, difundiendo una idea fuera de la realidad pero de una imagen sin cuestionamiento ante la opinión pública.
La crítica política, esencial para la vitalidad democrática, debe realizarse no sólo con la verdad sino que oportunamente, antes que sea tarde, después ya no sirve.