Los resultados de la elección del pasado 17 de noviembre demostraron que con el 25% de los votos, Evelyn Matthei no fue capaz de llegar al piso histórico electoral del sector. Incluso, la candidata estuvo por debajo de los porcentajes que la Alianza logró a nivel de Senadores, Diputados, y Consejeros Regionales.
Este escenario provoca que Matthei sea la candidata que más riesgos tenga que tomar, tanto para incorporar el voto de la centroderecha como para buscar sumar a los independientes y a quienes no votaron en esta primera vuelta.
En cambio Michelle Bachelet, que no pudo ganar en primera vuelta como la mayoría de las encuestas, analistas, y voceros de la oposición señalaban, enfrenta esta nueva elección tratando de que las piezas del tablero se le desordenen lo menos posible, aunque ya se comienza a apreciar una cierta tensión al interior de la Nueva Mayoría.
Independientemente de las estrategias de las candidatas y los respectivos comandos, el resultado pareciera definido. En este sentido, luego del 15 de diciembre la Alianza tiene que empezar a revisar las causas del posible triunfo de la oposición, y hacerlo de verdad, no como la mayoría de la Concertación que constantemente eludió este debate cuando perdió Eduardo Frei en 2010, refugiándose en los buenos números que marcaba Michelle Bachelet en las encuestas.
Ante una eventual derrota, las responsabilidades son compartidas entre los partidos, directivas, dirigentes, candidatos, e incluso el Gobierno. Desde cualquier punto de vista, es una derrota que un Gobierno con buenas cifras macroeconómicas y de empleo, no pueda dar continuidad a su proyecto político, económico, y social y le termine entregando la banda presidencial a la oposición.
Habrá múltiples lecturas de lo que ocurra en segunda vuelta:que el electorado y el país se izquierdizó; que la baja aprobación del Presidente y del Gobierno influyó en el resultado presidencial; que el sector no estuvo lo suficientemente unido estos 4 años; que el desorden de la centroderecha para tener candidato repercutió negativamente en la elección o que el fenómeno Bachelet escapa al contexto político y el desprestigio de la Concertación.
Cualquiera sea la explicación que prime, revela de buena forma el actual momento del sector, la presentación de 2 candidatos que con anterioridad habían afirmado que se retiraban de la política: Longueira y Matthei.
Entonces, ¿para qué le sirve a la Alianza una segunda vuelta? Para aprovechar este momento sentando las bases de un proyecto político renovado y más amplio, y como una oportunidad de que aparezcan y se consoliden nuevos liderazgos al interior de la centroderecha, que sepan comprender mejor el actual momento social del país, que estén abiertos a consensuar los cambios que la sociedad plantea, y convencidos de que la forma de hacer política no es siempre a través del poder de veto.
En política siempre hay revanchas, y la primera será las elecciones municipales del 2016, en la cual la Alianza ya debiera comenzar a trabajar.