Se ha conocido de forma extraoficial un texto perteneciente al actual ministro Secretario General de la Presidencia, en que ofrece a las principales autoridades en funciones, una base argumentativa para descalificar el Programa de gobierno presentado por Michelle Bachelet.
Lamentablemente, el Sr. ministro cae una vez más en aseveraciones que se alejan del juicio crítico que toda persona puede tener de un documento de tal naturaleza e incurre en la vieja y mala práctica de reiterar la amenaza de “riesgo de estabilidad constitucional” que tanto ha caracterizado a la derecha chilena cuando no comparte o no le gustan determinados contenidos programáticos, dejando de lado su pertenencia al gobierno de turno, que por cierto debiese responder al interés general de la nación chilena y no a las inclinaciones de un grupo reducido de carácter sectario.
Mal hace la autoridad gubernamental al abanderizarse con tan añejos métodos, de esgrimir amenazas estériles que no sintonizan con el sentido democrático con que ha evolucionado la sociedad chilena y que se internan en el indeseable laberinto de proceder a la descalificación de quienes piensan distinto.
De esa manera se toma distancia del estilo republicano que obliga y enmarca la conducta de la autoridad que detenta el poder.
No hace mucho, solo semanas nos separan del 40 Aniversario del derrumbe de la democracia y de la entronización de la dictadura.
Fue en ese contexto, que el propio Presidente de la República condenó a quienes denominó “cómplices pasivos” del régimen que negó la libertad y violó los derechos humanos durante 17 años.
En dicha conmemoración, diferentes actores políticos, asumimos tan dolorosa etapa de nuestra historia como un capítulo en que se impuso la fuerza brutal de una conspiración de ultraderecha ante una incapacidad política que no logró esclarecer y distinguir que salvar el régimen democrático era la tarea fundamental.
Cuando se perdió la lucidez se impuso la insensatez y la intolerancia, llegando el país, finalmente, al colapso del régimen democrático y la instalación brutal de la dictadura.
Por eso, reinstalar un clima propio de pretéritas campañas del terror es un absurdo, un error garrafal, tan rotundo que debiese hacer meditar a los ideólogos de la derecha, por cuanto ese no es el camino para resolver los desafíos del país.
Vuelvo a insistir en que aficionarse a la idea que para retener el poder hay que recurrir a cualquier expediente resulta ser una muy mala opción, aquello sólo enturbia el ejercicio democrático, lo coherente es aceptar la libre decisión de la voluntad ciudadana.