Mientras aún no conocemos el programa completo, la candidata Michelle Bachelet presentó sus 50 compromisos para los primeros 100 días de un eventual nuevo gobierno, con anuncios en las áreas de educación, salud, protección social, pensiones, trabajo, seguridad ciudadana, descentralización, ciudad, territorio, reconstrucción, medio ambiente, cultura, deportes, equidad de género, pueblos indígenas, agricultura, recursos hídricos, pesca, y crecimiento.
La ventaja que Bachelet tiene en las encuestas de opinión pública esconde profundas debilidades políticas y programáticas.
No sabemos con precisión hasta qué punto la falta de programa revela la falta de acuerdo político entre los actores y partidos al interior de la Nueva Mayoría, donde debe ser difícil dejar satisfechos desde el Partido Comunista, pasando por los ex dirigentes estudiantiles, hasta la Democracia Cristiana.Con el trabajo de las comisiones programáticas finalizado, la propia candidata ha señalado que ahora es ella quien tiene que tomar las decisiones sobre las principales definiciones.
En lo netamente programático, llama la atención el énfasis de la expresidenta por fortalecer el rol del Estado. Por ejemplo, propone para su gobierno tres nuevos ministerios: Cultura y Patrimonio, Mujer, y Asuntos Indígenas, así como la creación de dos universidades públicas regionales y cinco centros de formación técnica públicos regionales y el establecimiento de una AFP estatal, creyendo que más Estado resuelve los problemas de la sociedad.
Más Estado, no significa mejores instituciones para el país.No es que debamos tener un Estado mínimo, sino uno con el tamaño suficiente para enfrentar los retos que plantea la ciudadanía, pero promoviendo la iniciativa, la igualdad de oportunidades, el emprendimiento, y la libertad de todas las personas.Crear más ministerios no es sinónimo de reforzar la institucionalidad.
Si el diagnóstico está errado, es decir, creer en que aumentando el tamaño y rol del Estado se termina con la desigualdad, es lógico que las propuestas no sean las adecuadas.
De hecho, la Encuesta Bicentenario UC-Adimark 2012 refleja que entre diversas afirmaciones la sociedad chilena es más pro mercado que pro Estado, más de acuerdo con un Estado subsidiario que con un Estado benefactor, y más favorable a la eficiencia que a la igualdad, donde en general la mayoría afirma que el Estado tiene que focalizar su esfuerzo en los más pobres.
Aunque también reconoce estar más favor de la protección que del esfuerzo personal, esto no puede traducirse como que los chilenos quieren más Estado en sus vidas.
En la misma línea, en la reciente encuesta CEP las personas señalan que las dos causas más frecuentes de que las personas sean pobres son la falta de educación (52%), y la flojera y la falta de iniciativa (47%), y sólo el 11% afirma que es por malas políticas económicas o por falta de ayuda económica del gobierno.
Asimismo, las tres condiciones más importantes para el éxito económico de las personas son el trabajo responsable (48%), nivel educacional alcanzado (44%), y la iniciativa personal (36%).
Por último, la mayoría se ubica más cerca de la posición de que la principal responsabilidad por el sustento económico de las personas está en las personas mismas y no en el Estado.
En definitiva, los compromisos llenan de dudas a partidarios y opositores, tanto por la demora en el programa definitivo como por el contenido mismo de las propuestas.
En el fondo, si esos 50 compromisos significan las 50 primeras prioridades de gobierno, es que en realidad no hay ninguna prioridad. El problema de las expectativas con Bachelet ha comenzado.