En ocasiones la política ofrece debates – o más bien un amago de ellos- que limitan o deslindan en lo pintoresco. La reacción de la candidata presidencial de la Alianza, Evelyn Matthei y del propio gobierno, frente a la eventualidad de suprimir el Consejo de Seguridad Nacional (COSENA) en la propuesta que un grupo de asesores le hiciera a la candidata de la Nueva Mayoría, se inscribe dentro de esas situaciones.
Al respecto, Matthei sostuvo que la eliminación de la instancia asesora tendría “una motivación ideológica” y que se le ocurría que era “un desaire” a las FF.AA.La singular vocería militar de Matthei pareciera un tanto extemporánea, más aún cuando el COSENA también lo integran los presidentes de ambas cámaras y el Contralor General de la República y ninguno de ellos ha planteado queja alguna, al menos no hasta ahora.
Por lo demás, es difícil percibir en qué aspecto la supresión de un Consejo asesor, cuya última convocatoria se remonta a 2005 (han pasado 2 períodos presidenciales sin que se le convoque), puede significar algún tipo de menoscabo a las funciones militares; salvo, claro está, que se busque justificar o defender que en las FF.AA. radica la supremacía moral o tutelar sobre el sistema democrático.
Un planteamiento que revelaría cierta nostalgia de un gobierno que surgió hace 40 años y que ha sido suficientemente recordado por estos días.
En este sentido, resulta también paradójico que la vocera de gobierno, Cecilia Pérez, se sumara a los juicios críticos de Matthei, en especial después de la contundencia del discurso del Presidente Piñera que habló de los “cómplices pasivos” frente a las violaciones a los derechos humanos.
En los códigos de la candidata oficialista esto sería también un desaire, pero esta vez hacia los civiles que, en los dichos del mandatario, “sabían y no hicieron nada o no quisieron saber y tampoco hicieron nada” frente a los horrores posteriores al golpe de Estado.
¿Es coherente retrucar una propuesta programática calificándola de “desaire a las FF.AA.” ?
Desde luego es una ficción presumir que el tema tenga esa envergadura o, en términos militares, pueda considerarse un casus belli.
La entusiasta defensa de Matthei del rol de las FF.AA. en una instancia que tiene un carácter político, el COSENA, advierte una fórmula útil para evadir el debate de fondo, que es la necesidad de una reforma constitucional.
Una nueva Constitución, mal que le pese al oficialismo, va incluso más allá de la vigencia de enclaves autoritarios. Esto tiene que ver con el origen mismo de la Constitución del 80, aprobada en un plebiscito amañado y de muy dudosa legitimidad.
En un contexto político en que se habla de la necesidad de debates entre las diversas candidaturas, es de esperar que las cosas se expresen en la dimensión que corresponden y con menos artificio.
Lo que se ha manifestado por estos días tiene algo de pintoresco, pero sobre todo mucho de inconveniente. Ello porque oculta las verdaderas definiciones políticas bajo el alero de un supuesto menoscabo a las instituciones de la defensa; éstas, en virtud de sus funciones, están razonablemente muy lejos de este tipo de polémicas.