Aunque las elecciones nunca deben darse por ganadas antes de contar los votos, todos los sondeos indican que Michelle Bachelet tiene grandes posibilidades de volver a La Moneda. En primera o en segunda vuelta, debería concitar la adhesión mayoritaria de los ciudadanos. Llegará entonces el momento de traducir los enunciados programáticos en políticas públicas y proyectos de ley.
Para suerte del próximo gobierno, la economía muestra un buen ritmo de crecimiento y el desempleo es bajo.Chile cuenta con sólidas bases institucionales y eso, como sabemos, es primordial para progresar.
Hay mucho por hacer, desde luego. Los chilenos nos hemos vuelto más exigentes, lo que está muy bien, siempre y cuando entendamos que ello también implica autoexigencia.Los derechos van acompañados de deberes. Es errada la creencia de que al Estado se le puede pedir todo.
Podemos imaginar que 2014 se parecerá a este año, vale decir que habrá pugnas parlamentarias, discusiones en voz alta, movimientos reivindicativos, desfiles estudiantiles, etc.Podría incluso incrementarse la agitación social por la percepción de que el nuevo gobierno debe atender de inmediato todas las necesidades. Es sabido que alguna gente cree que basta con la buena voluntad de quien gobierna para que los problemas se esfumen.
No será fácil gobernar en los próximos años. Son muy altas las expectativas de casi todos los sectores, y no se podrá satisfacerlas completamente, eso es seguro. Habrá que establecer prioridades, con plena conciencia de que solo se cuenta con cuatro años para mostrar resultados.
Para gobernar eficazmente, no queda sino buscar una síntesis coherente entre cambio y continuidad.
La tarea de gobernar podría ser todavía más compleja si, por una u otra razón, la atmósfera política se enrarece y el nuevo gobierno tiene dificultades para llevar adelante sus iniciativas. Por eso, se requiere potenciar la voluntad de entendimiento.
Nunca estuvo Chile tan cerca de convertirse en una nación desarrollada. Ya es un país de ingreso medio y, si hace bien las cosas, podría concretar ese objetivo en esta década, lo que implica eliminar completamente la pobreza, perfeccionar las instituciones, elevar la productividad de la economía y avanzar sustancialmente en el terreno de la cohesión social.
Sin embargo, si pierde el rumbo, podría ver frustrada tal perspectiva, como le ocurrió a otras naciones latinoamericanas que en su momento estuvieron a punto de dar el salto, como Argentina y Venezuela en el siglo XX, y no solo no lo dieron, sino que retrocedieron gravemente.
Nuestro país avanzará únicamente si es capaz de generar acuerdos sólidos sobre las políticas económica, fiscal y tributaria; la estrategia de desarrollo energético; la innovación para la competitividad; el mejoramiento de la educación y la salud; la puesta al día de la legislación laboral; la elevación de los sueldos y las pensiones sobre bases sólidas; la erradicación total de los campamentos, etc.Se trata de que Chile sea al mismo tiempo más próspero y más solidario.
¿Cómo marchará la economía en los próximos años? Esperemos que no baje demasiado el precio del cobre, que el ritmo de crecimiento se mantenga, que el desempleo no suba y que Chile siga atrayendo inversiones. Todo esto, por supuesto, condiciona las buenas intenciones en el plano social.
El gran reto es crecer más y distribuir mejor, y ello supone la colaboración dinámica entre el Estado y el sector privado.
Parece haber amplio respaldo a la idea de efectuar una reforma tributaria que implique elevar los impuestos a las grandes empresas y a quienes perciben altos ingresos. Esta reforma se vincula con la aspiración de tener un orden más solidario, y requiere necesariamente un gran acuerdo político.
En una sociedad abierta, siempre habrá controversias sobre las políticas a seguir. Lo importante es no estimular la construcción de trincheras ni fomentar las fórmulas demagógicas. Sería ciertamente lamentable que el país fuera atrapado por alguna expresión de ilusionismo.
Quizás la tarea más compleja será resistir las presiones de los diversos grupos de interés y hacer opciones realistas en un contexto en el que siempre habrá demandas, urgencias e imprevistos. Lo que puede ayudarle a un gobernante es hacerse una idea aproximada de cómo quiere dejar el país al terminar su mandato.
Esperemos que el próximo año se creen las condiciones para que el nuevo gobierno y el nuevo Congreso definan un camino realista para despejar las discrepancias sobre la Constitución.No se puede gastar mucho tiempo en resolver ese punto, porque la inestabilidad sería nociva para las perspectivas de progreso.
Chile debe proteger los logros conseguidos para tener la posibilidad de dar nuevos pasos hacia el desarrollo. Y eso obliga a fortalecer el diálogo democrático.