Se habla por muchos de responsabilidades compartidas en el drama del 11 de septiembre de 1973 entre partidarios y opositores del gobierno del Presidente Salvador Allende. Aclaremos. Se dice que fueron mucho más compartidas de lo que algunos piensan, dando a entender que hay un cuasi empate de ambos lados.
Creo que es un exceso de simplificación porque sostener que el gobierno de Allende había roto el Estado de Derecho y hacía actos ilegales parece una exageración. Errores sí, como toda obra humana. No hay que olvidar que el Congreso funcionaba normalmente, así como los Tribunales de Justicia y la prensa y los medios de comunicación trabajaban con plena libertad.
Lo que ocurre es que tras las “responsabilidades compartidas” hay una búsqueda de un empate.Grave error porque lo que hay que condenar son unas Fuerzas Armadas que se levantan en armas.
Alguien podrá decir, que ese enfrentamiento en Chile no podía tener solución política.Así ocurrió precisamente en la elección parlamentaria en 1973. Allende esperaba en esa elección poder tener mayoría para despachar los proyectos que el Senado le rechazaba.
Por otra parte, la oposición a Allende esperaba obtener los 2/3 para poder derrocarlo constitucionalmente mediante un juicio político.Ni lo uno, ni lo otro.El gobierno de Allende obtuvo un sólido 43%, pero no la mayoría que esperaba y por cierto, la oposición estuvo lejos de los 2/3 que pretendía para poder plantear el juicio político y por ende la salida legal de Allende de La Moneda.
Por tanto, ante este dilema, Allende buscó al final una salida política, llamar a plebiscito a sabiendas que hacerlo implicaba seguramente una derrota para su gobierno y por tanto, probablemente el fin del mismo.
Está claro que Allende informó a Pinochet, entre otros, el domingo previo al Golpe (9 de septiembre) de esta decisión. Y hoy se sabe que la decisión del Golpe que estaba programado para el 14 de septiembre se adelantó al día 11 para evitar que Allende llamara a plebiscito.
La salida política de Allende, de esta manera fue cancelada y se prefirió el camino de la fuerza.Lo que es más grave ese Golpe fue justificado por todos los opositores de ese momento.
A 40 años del Golpe lo menos que uno esperaría es condenar el Golpe Militar como instrumento de solución a una crisis institucional.
Con el se produce el quiebre más grande de la sociedad chilena y 40 años después, con lo que hemos visto estos días, esta profunda herida todavía no cicatriza en el alma de Chile.
Las sociedades dan los pasos a medida que se atreven. ¿Por qué la sociedad chilena a 20 años del Golpe no mostró lo que estamos viendo en estos días?
30 años después, el 2003 la profusión de material informativo fue muy grande, si bien no se compara con la de estos días. Lo que sí se logró fue hacer una ceremonia ecuménica en La Moneda al abrir las puertas por donde el ciudadano Presidente ingresaba por Morandé 80 y que fue la puerta por donde salió el cuerpo de Allende.
Es una buena noticia para Chile ver hoy esta sociedad que se atreve a mirarse en profundidad.
La mayoría de los chilenos no había nacido 40 años atrás. Sin embargo, las generaciones futuras tendrán que comprender que toda sociedad tiene que saber cómo procesar sus diferencias y es la carta fundamental, la Constitución, el mecanismo por el cual se rigen los ciudadanos para procesar esas diferencias.
Por eso es tan importante hoy, derogados ya los enclaves autoritarios (menos el binominal y los altos quórums de la Constitución) ponernos a pensar en una nueva Carta.
A lo mejor, el fin de esta larga transición será cuando todos concordemos esta ley fundamental para aprender cómo, civilizadamente, resolvemos nuestros distintos puntos de vista.
Pongámonos a trabajar en este nuevo empeño para esta nueva etapa. Ojalá cuando se conmemoren los 50 años del Golpe, exista una institucionalidad diferente. El reencuentro de los chilenos se produce porque finalmente se ha concordado cómo procesar las diferencias a través de un cuerpo legal que interpreta a todos los chilenos.