09 sep 2013

Los cuarenta golpes

De acuerdo, lector, el que suscribe no había nacido para entonces, no fue víctima de las colas, el desabastecimiento, los campos e industrias en paro permanente, la inflación escandalosa, y, en general, un gobierno, indeciso entre la toma total del poder o el respeto por una constitución de ininterrumpida continuidad desde 1925.

No sabe de lo que nos libramos con el Golpe. No opine entonces, me decía un tío mío, partidario rural entusiasta de la dictadura, extendiendo una mirada fulminante que nos obligaba a callar ante la pregunta indiscreta, que motivaba a nuestra atenta tía a ofrecerme otro trozo de carne asada dominical.

Usted no estaba ahí, no sabe. Según esta recurrente falacia, tampoco usted, querido lector sexagenario, podría opinar ni de Auschwitz, Babi Jar o Hiroshima porque tampoco estaba ahí o apenas era un infante cuyo llanto competía por la atención de sus padres con la venerable radio a tubos donde se enteraban de los avances o retrocesos de la Wehrmacht en la Segunda Guerra.

No ser un mero testigo presencial, nunca me ha parecido invalidante para formarse una opinión, más bien quien realmente vivió en una época dada, prejuiciado por los vaivenes de la coyuntura del minuto y oscuramente detentor de intereses creados, tiende, en ese instante, a no ver más allá de sus narices.

Todos tenemos historias de aquellos años en los cuales pasado y futuro se enfrentaron a muerte.El sueño despeinado, atarantado e ineficaz de la Unidad Popular sucumbía al sabotaje deliberado de una derecha que había dejado de creer en la democracia y también a su propia indolencia.

Ante la retórica deslenguada, ante la pérdida total de respeto por el adversario en la cual decayó una democracia reconocidamente estable, se erigió la más brutal acción militar que el país haya tenido memoria. Nadie esperaba ni el bombardeo ni la represión, nadie las torturas y desapariciones.Nadie la auténtica revolución, como lucidamente ha advertido Tomás Moulian.

La verdad, todos tenemos grandes o pequeñas historias que recordar cuarenta o menos años después. Yo nací en 1974, mi infancia transcurrió bajo los diecisiete años de dictadura. En voz alta del tema no se hablaba. Allende, la UP, parecían un mito, un cuento de hadas para asustar a los niños y hacer llorar a los abuelos, nunca te explicaban sus lágrimas.

La censura en la TV era absoluta, a cambio de la mentira y el silencio veíamos muchas series de EEUU, dibujos animados de la guerra fría y animé japonés, cuyas canciones aún cantamos. Eso, aparte del pop anglo, era lo único bueno que teníamos.

Un día después de la lluvia salí a la calle a jugar, vi las murallas, cuya feble pintura cedía al implacable lavado de la jornada anterior, extraños símbolos aparecieron en ellas, nombres olvidados, viejas consignas.

“Brigada Ramona Parra”, “Allende Presidente, ”Volodia senador”, “La pelea es contra los ricos…”. Entonces llevé a mi familia ante esos letreros y pregunté quiénes eran, qué querían decir, quién las había escrito. La única respuesta eran más lágrimas y silencio.Algún vecino mascullaba entre dientes, “no te metai, cabro”.

Caminé más y más cuadras, descubrí más y más murallas, nombres y signos. Tenaz, seguí preguntando, empezaron a surgir respuestas. Aparecía, bajo marciales compases, la figura adusta del Dictador en la pantalla de Televisión Nacional, mi abuela murmuraba un insulto. Alguien me pasó un par de libros de historia, de uno y otro bando.

Leía furtivamente las revistas APSI, Análisis y Cauce que algunos parientes se atrevían a adquirir cuando no había que hacerlo. Finalmente mi madre cedió a mi curiosidad y comenzó a relatarme la historia reciente de mi país.

Tenía apenas diez años y ya sabía de la CNI, los cuarteles de muerte y violencia, de las expoliaciones a los trabajadores, de la riqueza sin límites de unos pocos y la pobreza del enorme resto de nosotros, supe de la complicidad y la mentira de los ganadores, supe del ejercicio selectivo del miedo, el amedrentamiento, las esporádicas y horribles ejecuciones.

Las aún más furtivas audiciones que hacía de madrugada de Radio Moscú bajo mi cama confirmaban el cuadro que empezaba a formar en mi cabeza infantil.

Por supuesto que otros familiares míos, no vacilaban en defender lo que llamaban la “obra” del régimen militar, con la conocida parábola de la tortilla no sólo para explicar, sino para celebrar, el exterminio de sus adversarios.

Exaltaban una modernidad y prosperidad sin límites, que hacía palidecer al Chile del pasado. AFPs, ISAPREs, caracoles y los nacientes shoppings hacían olvidar los auténticos traumas para ellos: el desabastecimiento o el mercado negro. El horror posterior de diecisiete años no era purga suficiente para tres años de desaciertos según mis rudos interlocutores.

Entonces fui a las fuentes reales, leí todavía más libros, fatigué documentales y revistas revisionistas de todos los lados, pasé tardes enteras en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional, leyendo toda la prensa de ese trágico 1973 y supe que ya nadie podía contarme cuentos.

Supe que el fracaso de Allende y el éxito de Pinochet (incontestable, cotidiano, doloroso, con un alto coste social que poco te importa) no fueron casualidades, ni mucho menos eran evitables.

Como si hubiesen seguido el argumento de una tragedia griega, cada actor tuvo un rol detonó el desastre, el que tus padres y los míos, del lado que sea, ayudaron a gestar.

De la pequeña rencilla de barrio hasta el dirigente sindical que quería hacer trabajar a la empresa en toma, desde el secreto conciliábulo de generales traidores y rastreros hasta el Paro de Octubre, de la retórica irresponsable de un Altamirano a la sutilmente golpista de Jaime Guzmán. Mi historia es ésa, como logré entender y asumir, mi propia historia.

Mi abuela me contó la última vez que vio a Allende. Una fría tarde de 1973, ella, partidaria acérrima de la Unidad Popular, corrió con muchos a vitorear el tren presidencial. El presidente iba en el último vagón, agitando un pañuelo. Qué triste está, pensó, se esta despidiendo. Semanas después vino el Golpe que lo vería morir dentro la Moneda en llamas. Mi abuela acertó.

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  • RuizMnica

    La sabiduría de la abuela. Conmueve tu relato por la manera de ir creciendo y buscando respuestas de lo que se trataba de ocultar , a toda costa Afortunadamente eres un buen lector y creciste investigando la realidad de esos años de dictadura, que fueron crueles para todos los viviente de esta tierra. El silencio de lo que había ocurrido muchos lo adoptaron para no dañar a las nuevas generaciones , pero como todo tiene su límite la hora de la realidad y conocerla a fondo llega en algún momento. Fueron muchas coartadas para demostrar un desorden nacional. El abastecimiento estuvo escondido . No había qué vender , ni qué transportar , en esto los camioneros colaboraron con esta estrategia del desabastecimiento en un gran paro nacional….. La amenaza constante que llega hasta restringir la cadena alimentaria asustó a la gente. Pero … pero después del 11 de septiembre la luz llegó y todos los productos por arte de magia como en un cuento llenaron las estanterías de los negocios desde el papel higiénico , productos de tocador comidas todo de todo.¿ Entonces dónde estaban estas mercaderías? Ellos nadie más que ellos…. los que hoy tienen todo el país comprado con un costo humano , los de la derecha que lo querían todo o nada . Eliminar al que estorbaba en sus siniestros propósitos . El horror había entrado y perduraría muchos años en Chile . Tu relato es concreto y vale para entregar una verdad que no sale al aire el desabastecimiento fue obra de los derechistas para tener al País en sus manos y a su antojo…….. Felicitaciones ´por tu aporte, eres un joven valioso .

  • Granate Rojo

    Felicitaciones Andrés López , tienes edad para entender lo sucedido en ese fatídico 11 de septiembre del 73, tienes edad para entregar tu opinión, te hiciste acreedor a opinar abriendo tu mirada, eres un joven de admirar,no te quedaste solo con lo que decían de un lado o del otro, investigaste , eso te da el derecho a opinar, te hiciste una visión propia de todo lo vivido hace 40 años en este país herido , abrazos desde el sur de Chile , Purranque – Osorno

  • Granate Rojo

    Felicitaciones Andrés López,!!! muy acertado tu trabajo , y claro que tienes edad para hacerte tu propia opinión, cuando se cumplen 40 años del fatídico golpe de estado en Chile ,saludos desde el sur de Chile , Purranque – Osorno

  • Granate Rojo

    Felicitaciones Andrés López,!!! muy acertado tu trabajo , y claro que tienes edad para hacerte tu propia opinión, cuando se cumplen 40 años del fatídico golpe de estado en Chile ,saludos desde el sur de Chile , Purranque – Osorno

  • RodrigoQuintana

    Tiene mucho mérito haber dado el paso de dudar del discuro familiar alimentado por la mentira de la dictadura, como las falacias que se siguen escuchando para justificar un golpe de Estado, como si un alumno pudiera justificar copiar en los exámenes porque el profesor es como el forro en la entrega de contenidos…nada justifica copiar en la escuela…nada ustifica el atajo…nada justifica el golpe, había una salida vía plebiscito…si Pinochet salió de La Moneda y se refugió en la comandancia gracias a un plebiscito, Allende también habría salido muy fácil si la mayoría se lo hubiera pedido por referendum…40 años de cinismo.

  • ElReverendoRacistaHDN

    Compadre: es casi como si hubieses escrito lo que me pasó a mi, ir a las fuentes y enterarse por uno mismo de las cosas, eso cambió mi forma de ver el 73. Felicitaciones exelente columna…

  • Luca Toderini

    Soy de clase media, no soy de izquierda, no soy facho, no estoy de acuerdo la violencia ni con la violacion de los derechos humanos. Tampoco estoy de acuerdo en vivir en sociedad totalitaria, semejante a la que pude ver hace años en Cuba, en donde tambien se violaron sistematicamente los derechos humanos de las personas que no estaban de acuerdo con el regimen. No creo en en los movimientos políticos y sus aderentes que no son capaces de ver con autocrítica y altura de miras sus aciertos y errores. No creo en la razón sin razón, el oportunismo ni en la victoria pequeña ni encontrar las 5 patas al gato para obtener un beneficio poco honrrado para si mismo. No creo en las personas que botan su basura en cualquier parte sin importar en donde caiga, mientras esto no acurra en su propio patio.
    SIN PERDON NI OLVIDO…frace que he escuchado muy seguido ultimamente…sin perdon ni olvido…nada se pedonará, nada se olvidará…Un politico hace dias dijo, que quien voto por el SI en el 89 debería estar inhabilitado de ejercer cargos públicos…ni perdon ni olvido…Una madrugada en plaza italia, antes del plebicito de 89, un auto me interceptó y sus acupantes me gritaron SI o NO, yo les grite No¡¡¡ CTM y se fueron…si les hubiera dicho la verdad no se que hubiera pasado. Voté por el SI, sin tener la claridad de lo habia sucedido con los DDHH…si lo hubiera sabido como lo se ahora no creo que hubiera podido apoyar el regimen…sin perdon ni olvido…me parece que este pais se envenenó para siempre el, resentimiento ha corroido ha Chile al punto de traspasarlo a las nuevas generaciones. El olvido no es una opción, pero el perdon es algo personal.

    • Sergio Terán

      En la tercera línea supe que habías votado por el sí. ¡Es tan predecible el discurso! Sólo indicarte que “frace” se escribe “frase”; es honrado y no honrrado; regimen es régimen;la verdad no se que hubiera es la verdad no sé qué hubiera; corroido ha Chile es corroído a Chile…
      Más lectura y apertura y no habrá dudas. No hace falta querer a Cuba para no apoyar una dictadura. Ni siquiera hace falta ser de izquierda. Por eso se llaman Derechos Humanos.

      • Luca Toderini

        Sergio es mi punto de vista predecible o no y no es un discurso, tampoco
        es una disculpa y no hace falta ser tan puntilloso con la ortografía,
        este texto lo escribí desde mi celular. Solo hace que tu comentario
        parezca mas intolerante de lo que es.Tengo toda la apertura necesaria,
        pero no ceguera. Tu en cambio solo lees lo que quieres leer,. como ya
        dije respeto los derechos humanos de todos. Por lo tanto, espero que se
        respeten los mios.