¿Cómo reaccionaríamos si supiéramos que Rusia espía al gobierno chileno, las instituciones del país y todas nuestras comunicaciones y conversaciones en el computador? ¿Y lo hace a todo el mundo?
Estados Unidos lo ha hecho y lo hace.
El país más poderoso del planeta desde mediados del siglo pasado, sigue abusando del mundo más acá de la derrota tecnológica e ideológica que sufrió recién a manos de Edward Snowden, ex consultor de su Agencia de Seguridad Nacional (NSA), que develó el sistema de espionaje que el gobierno de los EEUU mantiene sobre los diversos países de la Tierra.
Chile, país espiado, no ha cuestionado este atropello a su gobierno, sus instituciones y sus habitantes.
Nuestro país fue el último de Sudamérica en reaccionar frente al delito. Una débil nota de la Cancillería que se refiere, en términos generales, a lo nocivo que es el espionaje, es lo único que el gobierno ha hecho. Esa nota no hace referencia al espionaje norteamericano ni a la conducta de los Estados Unidos en Chile.
La prensa internacional, siguiendo la develación de Snowden, nos ha informado que técnicos de la inteligencia norteamericana han utilizado al menos dos programas para introducirse en los secretos del gobierno de Chile y de nuestras instituciones, y en la privacidad de cada uno de nosotros.
Uno, el Programa PRISM, que posibilita acceso a mails, conversaciones online y llamadas de voz de clientes de Facebook, Google, Microsoft y Youtube.Hay constancia que ese programa funcionó entre el 2 y el 8 de febrero de 2013.
Dos, el Programa BOUNDLESS INFORMANT, que funcionó desde enero a marzo de 2013, pudo abrir acceso a comunicaciones internacionales, catalogando llamadas y abriendo Internet.
La revista brasileña “Época” publicó una carta secreta del ex subsecretario de Estado, Tomas Shannon, de 19 de mayo de 2009, dirigida al general Keith Alexander, director general de la NSA, en la que felicita a los espías que le permitieron conocer “los planes e intenciones” de otros países antes de una Cumbre Hemisférica.
Nuestros medios de comunicación, de prensa y TV, han hecho hincapié en la huida de Snowden y su trámite de protección en Rusia, pero han minimizado u ocultado el atropello flagrante al derecho internacional, a nuestras leyes y a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
El Art.12 de la Declaración Universal señala: “Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia…Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques”.
El Sr.Embajador de los EEUU en Chile, Alejandro Wolff, aclaró a El Mercurio el 2 de agosto pasado: “De lo que conozco yo, no hay mucho, si es que no hay nada, que debiera molestar o preocupar a los chilenos…Hay una diferencia marcada en la manera en la que (reaccionan al espionaje cibernético) países bien sofisticados, que conocen el mundo, entienden y pueden distinguir entre lo imaginario y lo real (¡) y los países que no tienen esa manera de mirar las cosas o que tienen un objetivo político detrás de todo esto. En el caso de Chile, yo lo pondría en el primer grupo”.
En otras palabras, Chile está entre los buenos, los que no se quejan “porque conocen el mundo” y son “sofisticados” y saben que las cosas funcionan así: yo intervengo, usted se queda tranquilo.Yo atropello, usted agacha el moño.
Ante la intervención extranjera en los asuntos del país y la injerencia en nuestras vidas privadas, no se han reunido las Comisiones respectivas del Senado o de la Cámara de Diputados.
Más, el Presidente Piñera no asistió a la Cumbre de Mercosur, en Montevideo el mes pasado, que trató el asunto y “condenó las acciones de espionaje por parte de agencias de inteligencia de los EEUU”. Argentina, Bolivia, Brasil, Uruguay y Venezuela aprobaron esa declaración. No fueron “países sofisticados”, como Chile.
Los comandos presidenciales chilenos están mudos. Los partidos políticos no han hecho declaración alguna, ni siquiera el Partido Comunista que siempre criticó cómo opera la potencia del norte.
Ni siquiera los destacados defensores de los derechos humanos (“en todo el mundo”) alzan su voz para condenar lo que ha hecho y sigue haciendo el gobierno de los EEUU.
Los ex Presidentes, que se codearon para aparecer “duros” frente a un posible fallo favorable al Perú en La Haya, siguen guardando silencio ante el atropello a todas nuestras fronteras.
Hay algunos que justifican este espionaje con el argumento de que así se combate el terrorismo. Ilegalidad contra ilegalidad. ¿El fin justifica los medios?
Hay también quienes, conformistas, piensan que la superioridad económica, tecnológica, militar y diplomática de los EEUU es tal, tan incontrarrestable, que los pisoteados debemos guardar silencio. ¡Shiit, que el león se puede despertar! Hay que dejarlo abusar.
“Mientras más me pega, más me quiere” decían las mujeres sumisas después que sus convivientes las agredían, oponiéndose a que sus parejas fueran sancionadas.
No hay dignidad. No hay eso que llamábamos soberanía ni eso que llamamos derechos humanos.
Y si los hay no corren en este caso.
Chile acepta. Baja el moño. ¿Usted también?