La elección primaria celebrada el pasado 30 de junio, en un marco de regularidad y procedimientos legales, logró superar las expectativas iniciales, o más bien la escasa confianza en la movilización de la población y su concurrencia a las urnas. Siendo las primeras en su tipo, bajo el contexto de voto voluntario, las cifras son auspiciosas de cara a noviembre, más aún, para la coalición “Nueva Mayoría”, teniendo a su haber 2.137.423 de votos, significando el 72,6%, frente al 27,4% de la “Alianza”.
La experiencia internacional comparada indica que los resultados de esta primaria son auspiciosos, pero que en ningún caso nos deben dejar del todo conformes.
Aún existen déficits, convertidos ya en imperativos institucionales, especialmente respecto a la calidad de la política y la gestión de los partidos políticos. El voto de ayer es una adhesión significativa a favor de la participación, más bien electoral, pero dada en virtud de anhelos mayores a ver plasmados en un programa que los traduzca en políticas concretas.
Es la oportunidad de resaltar que Chile demostró que mantiene un potencial de cultura cívica en su ciudadanía, otorgándole al voto importancia y trascendencia.Sigue siendo la democracia el mecanismo para manifestar la voluntad de cambio y transformación. En el voto recae la vía para tomar decisiones, en un plano objetivo y certero de igualdad. Las tesis insolventes de la abstención y el rechazo a la política son las grandes perdedoras, y a buena hora.
La capacidad de convocatoria y movilización de la candidatura de Michelle Bachelet en particular, no sólo obedece a su amplia adhesión personal. Subyace aquí la voluntad y compromiso programático de la “Nueva Mayoría” en su conjunto, que con el inmejorable resultado, hoy tiene un desafío no menor, que es el de construir, en su diversidad, una nueva apuesta programática, desde la izquierda, pasando por los sectores moderados, hasta el centro liberal progresista, que con Andrés Velasco como principal exponente, indica un electorado significativo y exigente, pero no cautivo.
Si bien las cifras aportan optimismo, hoy los esfuerzos (y generosidades) deben estar puestos en ser capaces de acoger las diferentes ideas y formas de construir una propuesta programática.
Este asunto no es tema de la candidatura de la derecha, homogénea y con raíz política común. Ese desafío es de la “Nueva Mayoría”, teniendo una noble tarea, pero que puede tornarse “cuesta arriba” si los resultados de la primaria no se leen con inteligencia.
En su diversidad, no deben menospreciarse los sectores políticos, particularmente independientes, que adhirieron a cada una de las candidaturas, que en la mayoría traspasaron fronteras.