Las primarias se han instalado como un mecanismo de validación de candidatos por medio de la elección de la ciudadanía, y no, a través de la clásica y poco prestigiada fórmula de definición entre las “4 paredes de los partidos”.
Sin embargo, persiste esa sensación de que las primarias finalmente permiten el triunfo de los candidatos no necesariamente más populares, sino, de aquellos que logran “mover” una máquina partidaria que permita llevar hasta las urnas al mayor número de votantes, deslegitimando un proceso que debiera ser democrático, abierto y ciudadano.
Y precisamente en ello radica la importancia de hacer de las primarias una verdadera fiesta de la democracia, donde sean principalmente las personas, vecinos y vecinas de cada comuna y rincón del país, quienes vayan a votar el próximo domingo y no sólo militantes organizados y disciplinados. Es fundamental, que quien gane estas elecciones, sea un candidato legitimado de manera amplia, rotunda y contundente por la ciudadanía.
Los resultados de esta primaria permitirán extraer diversas conclusiones, pero la más importante será, sin lugar a dudas, la legitimidad del candidato triunfante de cada una de las coaliciones.
Michelle Bachelet ha sido, incluso desde el momento en que dejó La Moneda hace ya 4 años, quien más posibilidades tiene de ganar el próximo domingo y convertirse nuevamente en Presidenta de la República. No sólo encarna la visión y rol de Estado que Chile demanda de sus gobernantes, sino también posee atributos que van más allá de la política y que hoy son especialmente valorados por la ciudadanía: cercanía, empatía, confianza y credibilidad.
Sin embargo, para que regrese a La Moneda se requieren hacer múltiples esfuerzos de convocatoria para el próximo domingo. Quienes han estado trabajando intensamente en su reelección, saben la importancia de que su triunfo sea un triunfo ciudadano, más allá de las estructuras partidarias, más cercano a la gente, a quienes viven en un Chile que requiere cambios urgentes, profundos y determinantes.
El desafío es devolverle a los ciudadanos la credibilidad de su voto, la importancia que tiene el ir a votar, el hacerle sentir a cada uno de los chilenos que sufragar es fundamental, porque es prácticamente el único mecanismo que se tiene para decidir sobre las autoridades.
Porque el voto representa la voluntad de las personas, y ésta es la base de los gobiernos.
Si bien, son primarias voluntarias, decidir es un derecho inherente a cada persona, y el desafío es convocar a hacer de ese derecho una acción, que permita tener unas próximas elecciones rubricadas por los ciudadanos.