De pronto veo aparecer por mi casa, de nuevo, a mi amigo gringo – quien, entre paréntesis, debo aclarar que es sueco aunque no se hace el sueco.
Con cara algo compungida me dice, “Patricio, me equivoqué de lleno y en verdad no entiendo la política chilena, al menos todavía no logro comprenderla y necesito tu ayuda en esta compleja materia”.
Aprecio su honestidad y la mejoría de su español y le declaro mi disposición a seguir tratando de aclararle algunos aspectos, más no de hacerlo entender la política chilena porque, conforme al certero adagio jurídico, “a lo imposible nadie está obligado”.
Y el gringo-sueco comienza de inmediato y me pregunta ¿qué significa “la clase política” a que casi todos los chilenos se refieren?
Wow, pienso, este gringo si que va al grano de inmediato, y le respondo, mira amigo mío, la clase política no es una lección de educación cívica ni tampoco refiere a que los políticos asistan a clases.
En realidad, sigo, clase política adjetiva negativamente al conjunto de los políticos que no sean de las preferencias ideológicas del que utiliza la frase y, también termina por incluir a quienes no pertenecen a los grupos de políticos pero luchan por ser admitidos en esos círculos, a veces lo logran, y entonces entran a la clase, que no es precisamente una de educación cívica, le reitero.
Y ¿qué es un “operador político?
Ten cuidado le digo porque no se trata de un médico cirujano especialista en operar políticos o, en su defecto, a cientistas políticos como tú.
Un operador político es alguien que dedica buena parte sino todo su tiempo a la política del día a día, como por ejemplo, en períodos preelectorales, a cuidar las palomas –aquí mi amigo pone cara de duda- o a contar eventos –más dudas todavía- o a rayar murallas, y a esto último asiente, satisfecho.
Entonces me dice, escuché un discurso del señor Walker –que supongo no será Johnnie Walker, Black label, anota, con el típico sentido gringo del humor- pero no entendí bien lo que decía, ¿podrías explicármelo?
Y otra vez, como en la anterior reunión, ya relatada, debo contra interrogarlo y le pregunto, ¿a cual señor Walker te refieres? ¿A Ignacio, Patricio, Alfredo, Ricardo, Carlos? ¿Al senador? Si es así, ¿a cual de ellos? ¿Al diputado? ¿Al actual presidente del Partido Demócrata Cristiano?
Nuevamente se rinde y me dice que olvide la pregunta, que la dejemos para otra vez, y agrega, explícame ¿que es eso del tan mentado y criticado “binominal”?
Por cierto, antes que nada debes saber que no es un fármaco creado en Chile para aliviar la tos. Tampoco designa, en latín, a las personas que tienen dos nombres.
Sin embargo, sí es un remedio chileno, pero político-electoral, que alivia a las minorías políticas de sus temores viscerales-políticos, que tienen fundamentos reales, de ser arrasadas por las mayorías.
Ah bien, dice, ¿y qué es eso de los “blindajes” de que tanto se habla?
Se parece pero no se trata de vendajes, le digo. En ocasiones puede ser sinónimo de matonaje. Pero más bien alude a una intención – que se contrapone con las antes analizadas y así llamadas elecciones primarias – en orden a que un político poderoso, de aquellos que tienen y mantienen, siga manteniendo.
Mi amigo me mira con cara de no haber entendido nada pero quiere saber más y me dice que está sorprendido del alto nivel de la política chilena, ya que ciertos políticos recurren al idioma griego en sus críticas y propuestas políticas.
Sí, le digo, es que algunos de ellos, particularmente de un sector de izquierda, han leído en griego a Platón, y el comunismo platónico les ha gustado mucho, especialmente el poco conocido texto filosófico “Diálogo sobre los ilotas y el ilotismo”.
A su vez, le agrego, otros políticos, de otros sectores, introducen en sus relatos ciertas utopías, que, como bien sabes, es un vocablo que proviene del griego, esto es, “u-topos”, sin lugar, porque tales relatos no tienen posibilidad alguna de asentarse en alguna parte.
A mi amigo parecen no gustarle mucho estas explicaciones algo académicas y entonces deriva hacia asuntos financieros y me dice ¿por qué todos los políticos hablan de los “cheques en blanco”? ¿Qué es un “cheque en blanco”?
Ah, le digo, primero puedo explicarte lo que no es. Así, no es un cheque firmado cruzado y nominativo para ser cobrado por un señor de apellido Blanco; o un cheque al cual quien lo giró olvidó llenar las menciones y las dejó en blanco; además, puede ser también, aunque raramente, un cheque respecto del cual el feliz beneficiario, al ver su monto, se queda con los ojos en blanco.
En todo caso, le recomiendo, no firmes un cheque en blanco porque tu cuenta bancaria va a quedar en blanco.
Entiendo dice, aunque creo que no entendió mucho, y me pregunta por qué en todos los medios se habla de “movilización ciudadana”.
Algo distraído procedo a explicarle que se trata del Transantiago, que ha sido una política pública muy desafortunada, que ha costado implementar y movilizar. De tal modo que los problemas de la movilización ciudadana han creado una intensa movilización ciudadana, si entiendes bien lo que quiero decir, le digo.
Mi amigo está cansado y creo que, como es inteligente, ha captado que entender la política chilena no es cuestión de preguntar, escuchar y decodificar, menos cuando se es sueco y su interlocutor (válido) no lo es pero, en esta ocasión, se hace el sueco.
Así es que, ambos unidos, nos damos por vencidos en la difícil tarea que hemos emprendido –todo en verso para mejor- y quedamos de vernos en alguna otra ocasión, si es que ésta se presenta, por alguna u otra razón.
Nota del autor: esta columna es el relato de una segunda y última –espero- reunión y entrevista político-imaginaria. Sus contenidos no representan el pensamiento del entrevistado, sus amigos, sus familiares, tampoco los del autor. Además, cualquier semejanza con la realidad política chilena es una mera e inesperada coincidencia.