Parecía que las primarias llegaban para quedarse.Hasta hace poco se les veía como el mecanismo más legítimo para elegir a candidatos a representación popular. La experiencia municipal de la Concertación en más de 140 comunas, expandía la idea de que eran beneficiosas para la democracia y que incluso producían buenos resultados electorales para quienes las practicaban. En su momento, los partidos de derecha fueron fuertemente criticados por el pacto opositor por no hacerlas.
Pero algo pasó en el camino. Los dos pactos políticos más grandes harán primarias presidenciales el 30 de junio, pero no a nivel de diputados y senadores como la ciudadanía esperaba. Si bien la ley no es la panacea para resolver los problemas del sistema político, y en su contenido puede tener cosas aún por mejorar, hay que recordar que esta fue aprobada por amplia mayoría en el Congreso luego de arduas discusiones.
Podemos distinguir cinco formas de actuar ante las primarias para diputados y senadores por parte de pactos, partidos y organizaciones. La primera es la “democrática” que se ejemplifica completamente en Renovación Nacional, el único partido que ocupará la nueva legislación para elegir candidatos en 10 distritos del país y parcialmente en la Democracia Cristiana, que a principios de abril hizo primarias,aunque organizadas por el propio partido. En ellas participaron más de 22 mil personas para dirimir a los postulantes de la colectividad a diputado, y que eventualmente se medirían con el resto de los candidatos de la Concertación en las primarias de la oposición.
La segunda es la “circunstancial”, que se expresa en la UDI que sin embargo no tener definidos sus candidatos en varios lugares como en Santiago Oriente con la disputa entre Ena Von Baer e Iván Moreira, finalmente optó por no realizar ninguna primaria parlamentaria ante el cambio de escenario de la elección primaria presidencial en la derecha con la bajada de Laurence Golborne y la asunción de Longueira para enfrentar a Allamand, porque según ellos concentrarán sus esfuerzos en aquella candidatura.
La tercera es “ampliar las mayorías” de grupos como Evopoli y Revolución Democrática, que esperaban sumarse a las primarias de RN y a las de la Concertación respectivamente, con el objetivo de renovar por dentro a las principales coaliciones del país y tener la posibilidad de que sus principales figuras puedan tener mayores espacios en política.
Los resultados de estos procesos fueron diametralmente opuestos: mientras Evopoli se incorporó con éxito logrando un acuerdo con RN para hacer primarias, Revolución Democrática vio como la Concertación le cerraba las puertas a las primarias.
La cuarta es la “voltereta” de todos los partidos de la Concertación, a pesar de su discurso de fomentar la participación de la gente y profundizar la democracia, primó la falta de acuerdos, las imposiciones, y las negociaciones imposibles.En definitiva, faltó voluntad política para llevar a cabo este proceso, y de paso le dieron la espalda nuevamente a la ciudadanía.
Finalmente, está la “no democrática” por parte del Partido Comunista. Al igual que en las primarias municipales, esta colectividad prefiere los cupos protegidos para tener mayores escaños en el Congreso. Y en esta lógica de acceder al poder, le viene muy bien que la Concertación no realice primarias, ya que se mueve mejor en las arenas de la negociación política que en los votos.
¿Y Bachelet? Al igual que durante su período de gobierno no pudo o no quiso asumir como la líder de la Concertación, para influir en que efectivamente se hicieran primarias.
Se podrá escudar que aún no es la candidata de la totalidad de los partidos que la componen, pero más bien ratifica su falta de liderazgo político, y reafirma la idea de que el principal problema de Bachelet es la coalición a la que representa. El fracaso de no hacer primarias en la Concertación, es también su propio fracaso.