Cada vez que los trabajadores se expresan en un movimiento que les resulta exitoso, surgen voces en la derecha que tienden a cuantificar las horrorosas pérdidas que según ellos, acarrea la paralización de las faenas. Es el caso del reciente movimiento en los puertos y el de hoy de los trabajadores del cobre.
Por supuesto que no sucede lo mismo cuando los empresarios realizan este mismo tipo de acciones, por ejemplo, impidiendo el tránsito en la ruta 5. Pareciera que el país no sufre pérdidas y ni siquiera amerita alguna acción del ministerio de Interior en contra de los cabecillas de estas operaciones.
La pregunta obvia es ¿porqué si los paros son tan costosos, no hay un esfuerzo por solucionar los problemas reales que los trabajadores expresan en estas paralizaciones, antes de que sean vean obligados a tomar una medida extrema como es el paro?
Centenares de millones de dólares de pérdida, pareciera que no tienen una contra partida lógica con no acceder al justo reclamo de media hora para almorzar o de un bono de tres mil pesos.
Más justa aún resulta la advertencia de los trabajadores del cobre de una privatización encubierta que se estaría llevando a cabo por las actuales autoridades de la empresa estatal o la falta de adecuada mantención que lleva a la muerte de un trabajador y luego de la protesta (millones de pérdida) del despido del gerente de la división.
CODELCO tiene en su directorio miembros que adhieren a la actual oposición y que sería bueno que solicitaran información a los ejecutivos y la transmitieran a la opinión pública.
Estar transformando en plata demandas que tienen origen en la búsqueda de mayor dignidad de las personas no parece una buena forma de enfrentar los problemas, y esa es la raíz del porqué este gobierno tiene tantas dificultades para superar estos problemas.
Mas aún contabilizar cada demanda del mundo del trabajo que no es resuelta oportunamente por empresarios o autoridades del Estado como pérdidas para el país, es una práctica coercitiva que no se condice con la construcción de una sociedad más equitativa y con el libre juego que debe privilegiarse en democracia.
Detrás está el viejo cuco de la derecha más retrógrada y conservadora: los trabajadores y sus organizaciones son molestos y entorpecen el desarrollo nacional, sus demandas aunque sean legítimas son incomodas y producen pérdidas para la economía.
Lo que verdaderamente retrasa el progreso es la inequidad, el trato discriminatorio y la aplicación desigual de las reglas de un estado de derecho.
No puede ser que impedir el libre tránsito sea causal de represión para unos: trabajadores y estudiantes y de legítima expresión de una demanda para otros: camioneros o empresarios del agro.
Cuando el actual gobierno se pregunta porqué tan pobre evaluación en las encuestas, la respuesta está en este visible y grosero doble standard en sus actuaciones.