06 mar 2013

Chile 2013, el país de los ¿por qué?

Todos quienes tenemos hijos hemos vivido la experiencia de que nuestros retoños pasen por la etapa de los ¿por qué? Ese constante bombardeo de preguntas que nos parece tienen respuestas tan lógicas, pero que para nuestros niños y niñas son tan importantes y les abren un mundo de conocimientos.

Para este año 2013, año de particular importancia para el pueblo de Chile, muchos de nosotros tenemos gran cantidad de interrogantes sobre el futuro y en especial sobre el devenir de las próximas elecciones parlamentarias y presidenciales.

En virtud de la próxima llegada de la supuesta candidata de la concertación, nos vemos en la tremenda encrucijada de aceptar que su llegada puede representar una luz de esperanza de conseguir los cambios con los que hemos soñado, o por el contrario su arribo representa la vuelta a los viejos vicios de una concertación desgastada y para muchos de nosotros mantenida de manera forzada por quienes manejaron el poder por más de 20 años, consolidando el neoliberalismo impuesto por la ultraderecha pinochetista en los ochenta.

Es en este ejercicio reflexivo es cuando comienzan a salir, casi sin proponérnoslo, los ¿por qué?

¿Porqué debemos creer en una candidatura que está siendo propuesta por personajes que han estado presente en la política chilena los últimos 50 años y que han sido inmunes, la gran mayoría de ellos, a las demandas sociales por más participación y profundos cambios estructurales en el sistema político, en salud y educación entre otros muchos cambios, que creemos necesita Chile de manera urgente?

¿Por qué debemos creer en una candidatura propuesta y respaldada por un Presidente del Senado que ha tratado de fumadores de opio, a aquellos que creemos que el cambio constitucional que buscamos, debe hacerse por medio de una asamblea constituyente y de paso, pasándose por buena parte incluso, la resolución del congreso de su propio partido?

¿Por qué debemos confiar en una candidatura respaldada por senadores que votaron a favor de las reformas de educación, impulsadas por un gobierno que ha buscado sistemáticamente destruir la educación pública?

¿Por qué debemos creer en una candidatura, promocionada de manera tan diligente, por parlamentarios que han votado de espalda al pueblo, por proyectos como la ley de pesca, que atacan el bienestar del mismo pueblo que se han comprometido en defender?

¿Por qué debemos votar por una candidata, que cuando ejerció como presidenta de la república se dejó guiar por un ministro de Hacienda, como Andrés Velasco, algo así como el paladín del neoliberalismo, por más que hoy trate de disfrazarse de progresista, sordo e inmune a las demandas ciudadanas y absolutamente entregado a los grandes intereses empresariales?

¿Es razón suficiente para votar por la candidata de la oposición, el simple hecho de estar cansados de un gobierno entregado a los mandatos y manipulaciones de la ultra derecha económica, encabezada por la UDI?

Todos los que nos sentimos verdaderamente de izquierda, entendemos que nuestro país y nuestro pueblo no resiste más un gobierno como el de Piñera. Ya sea encabezado por Allamand o Golborne.

No se resiste otro gobierno que solo piense en los intereses de los grandes grupos de poder económico.

Otro gobierno que haga vista gorda a los abusos policiales en las calles en contra de los estudiantes o en contra de todos aquellos que sentimos el legitimo derecho a manifestarnos en contra de todas la profundas desigualdades e injusticias que se cometen a diario.

Pero ante estos antecedentes, todos por lo demás muy ciertos, nosotros sabemos y sentimos con largueza, que no son suficientes para apoyar con entusiasmo una candidatura que no nos ofrezca esperanzas reales de cambios profundos en todos los aspectos antes mencionados.

Ahora bien, si la candidata de la concertación llega con nuevas y renovadas intenciones. Si la teoría esgrimida por muchos, de que a la presidenta, no se le dejó gobernar con tranquilidad y que ella no pudo hacer lo que de verdad quería, es cierta. Si está dispuesta a apoyar de manera decidida la llegada de nuevas caras al parlamento. Jóvenes políticos con ideas nuevas, no contaminados y dispuestos a respetar el mandato popular. Dispuestos a establecer un nuevo contrato social con el pueblo que los elije y que se comprometan a defender sus intereses colectivos.

Jóvenes como una Maya Fernández, Giorgio Jackson, Camila Vallejos, Camilo Ballesteros, solo por nombrar algunos de los que representan una verdadera esperanza de cambio, ya no solo a la forma de hacer política, si no que de respeto irrestricto al pueblo que los elige y a su necesidad de construcción de una sociedad más justa y humana.

Si la candidata viene con la idea clara, de comprometerse a trabajar, ella misma, sin mirar continuamente a los grupos de interés y presión política y económica, a la construcción de una sociedad más humanizada, basada en los valores de la integración, la participación, la igualdad de derechos, el bienestar común, los derechos humanos, el respeto irrestricto a las etnias originarias y la igualdad de oportunidades.

En síntesis si la candidata llega con un compromiso claro de hacer un nuevo contrato social, respetando a nuestro pueblo y de estar atento a sus necesidades, entonces muchos de estos ¿por qué? quedarán resueltos.

Muchas de nuestras preguntas e inquietudes encontraran respuestas claras y nos será más fácil hacer un nuevo acto de confianza y respaldar a está candidata por sobre todo el resto de la oferta política.

De lo contrario, y si estas preguntas no tiene las respuestas que estamos buscando, entonces solo le puedo decir, parafraseando al cantante Jorge González: “Presidenta, no se moleste”.

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    Es muy temprano aun para para tomar una postura frente a una supuesta candidatura de Bachelet, pero si esta se da, debiera incluir un programa de reorganización política del país que incluya terminar con el sistema binominal e iniciar los cambios para llamar a una Asamblea Constituyente. De no ser así habrán otros candidatos que lo incluyan y por quienes podremos votar quienes deseamos una nueva Constitución.
    Pero si se presentase como candidata sin incluir en su programa esta reorganización política, y a pesar de ello llegase a ser elegida Presidenta, deberíamos admitir que quienes queremos estos cambios somos minoría y deberíamos acatar la voluntad mayoritaria. Por supuesto que eso no significaría que una nueva Constitución y los cambios sociales no sean necesarios y de justicia, y que el trabajo para hacer conciencia de ello no debiese continuar.
    Aun falta para que se definan las candidaturas y los programas, y especular con la posición de Bachelet por anticipado no nos lleva a nada, habrá que esperar el inicio de la verdadera carrera presidencia y su pronunciamiento sobre estos temas.