Transcurridos casi tres años del terremoto que afectó a gran parte de la zona central de Chile la reconstrucción marcha a ritmo dispar. Mientras el sector privado acelera el paso para vender departamentos, casas, condominios u oficinas construidas o a medio hacer, en lo público la marcha se hace cuesta arriba.
Talca renace entre los escombros según el criterio de autoridades e inversores. “Cada cual puede hacer en sus terrenos lo que quiera”, dijo el alcalde Juan Castro al comprobar la magnitud del desastre. El Colegio de Arquitectos no tardó en llamar al orden y puntualizar que era el momento para hacer una ciudad más moderna, sin perder de vista su historia ni sus señas de identidad.
Por lo visto, y a la espera de enmiendas, me atrevería a afirmar que el resultado parcial entre logros y desatinos marca un empate. Habrá que encomendarse a todos los santos para que los talquinos ganen la partida y consigan una ciudad más habitable.
Si algo llama la atención de los habitantes y visitantes de Talca es la ruina y el desamparo que reina en la manzana que, desde el siglo XIX, ocupó el Mercado Central.
El abandono es evidente por donde se mire. Si bien en una de las esquinas del lado sur un negocio familiar se resiste a cerrar sus puertas y por el norte un centenar de locatarios lucha codo con codo contra el desahucio, el panorama de este edificio declarado Monumento Histórico Nacional en 1998 es desolador.
El Mercado Central talquino , inaugurado en 1890 durante el gobierno de Balmaceda, sustituyó a una tradicional plaza de abastos y posteriormente a una feria municipal. La construcción obedeció al desarrollo que entonces vivía la capital del Maule.
De austero estilo neoclásico, con una nave central influenciada por la escuela de Gustave Eiffel, con fachadas donde se alternaban arcos de medio punto, pilares, zócalos y molduras sobre relieves , con ladrillo a la vista ,recubiertos con cal y arena, el Mercado Central fue un ejemplo de enclave sólido y de gran interés arquitectónico.
Casi inmune a los terremotos de 1928 y 1939, sería a finales del pasado siglo cuando un incendio destruyó parte de los locales lo que obligó a su intervención. No obstante, siempre se tuvo en cuenta su condición de edificio singular.
Ese incendio despertó las alarmas sobre las carencias y la vulnerabilidad de la construcción tras un siglo de plena actividad y en la que compartían espacio tiendas y locales diversos: carnicerías, pescaderías, comercio de abastos, fruterías, cocinerías, floristerías o productos de artesanía, entre otros.
Cuando se produjo el terremoto del 27 de febrero del 2010 el Mercado Central se preparaba para la puesta en marcha de un plan de remodelación financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo y con el aval del Ministerio de Obras Públicas.
Pero como dice un refrán popular: las desgracias nunca vienen solas. Meses después del terremoto el alcalde de Talca decidió rechazar el proyecto con el argumento que tardaría dos años en ejecutarse y optó por decantarse por un plan que lleva la firma del empresario talquino Alvaro Saieh.
Hay quienes cuestionan esta iniciativa por considerar que se trata de construir un centro comercial o mall, en el que no faltan las escaleras mecánicas, dos estacionamientos subterráneos y un supermercado mayorista.
Los locatarios declaran la guerra a este proyecto. Exigen que se les tome en cuenta, que se respeten sus derechos y aclaran que ellos están dispuestos a adaptarse a los tiempos actuales y lo que no aceptan es que desaparezca un patrimonio que pertenece a toda una ciudad.
Las movilizaciones de los comerciantes han paralizado momentáneamente las negociaciones y el centenar de locatarios que sobreviven en escasos metros cuadrados en el ala norte del Mercado temen, y con mucha razón, por su futuro .
El alcalde no los recibe, les ha caducado los contratos de arriendo y mantiene bloqueadas las patentes comerciales.
Paula Moreno, presidenta del Sindicato de Trabajadores y Comerciantes Independientes del Mercado Central, considera grave la decisión del alcalde Juan Castro de rechazar los seis mil millones de pesos del BID , a los que suma cinco mil millones del seguro del Mercado, ya que con ese dinero – afirma- algo se podría haber reconstruido de este edificio, monumento nacional.También recuerda que se desconoce el destino de las donaciones hechas tras el terremoto por corporaciones extranjeras para reconstruir el Mercado.
Paula Moreno conoce el proyecto de Alvaro Saieh. Lo considera hermoso como centro comercial pero ajeno a la tradición y al diseño arquitectónico. Hasta ahora se han recogido unas 24 mil firmas favorables a una reconstrucción o remodelación respetuosa con el edificio y su cometido original.
La presidenta de la Corporación Mercado Central de Talca, Sonia Miranda, que ha estado al frente de las conversaciones y de las protestas ciudadanas, puntualiza que existen tres factores que hacen inviable el megaproyecto de Saieh.
Primero, no se puede instalar un supermercado ni un almacén mayorista que competerían con los locatarios del Mercado.
Segundo, a pocos metros del lugar hay un estacionamiento concesionado de pago lo que imposibilita construir otros por contravenir acuerdos pactados.
Tercero, bajo los cimientos del hoy ruinoso Mercado Central confluyen cuatro túneles que poseen incalculable valor histórico-patrimonial.
La Corporación del Mercado Central de Talca recurre a los compromisos y postulados nacionales e internacionales relativos a un monumento reconocido como Patrimonio Cultural para defender su postura.
Mientras, el debate político respecto al futuro del Mercado sigue sin producirse. Incluso, hay pocas probabilidades que en la Municipalidad de Talca sea tema prioritario ya que el alcalde, Juan Castro, tiene la mayoría de su lado.
¿Serán todos los regidores sordos al clamor popular? ¿No habrá alguno de sus pares que le haga entrar en razón y apueste por el diálogo con todos los implicados?