Está terminando el 2012 y para mí sería mucho más fácil sólo hablar del Chile que viene, cuáles van a ser los ejes estratégicos para el desarrollo, las propuestas programáticas y las políticas públicas que deberían marcar la competencia presidencial.
Sin embargo, a la luz de los hechos, debemos sacar lecciones de lo positivo y lo negativo que realizamos durante el año que se está acabando para poder proyectar un 2013 donde la política debe estar a la altura de las demandas que con fuerza emergen continuamente de la ciudadanía.
Como oposición, hubo dos hechos que marcaron diametralmente la forma en la actuamos como colectivo y enfrentamos los desafíos y procesamos nuestras diferencias: la reforma tributaria y la ley de pesca.
En el caso de la reforma tributaria, como oposición, creamos la “Comisión de Reforma Tributaria” que no sólo integró a expertos de los partidos, sino que impulsó un diálogo ciudadano donde distintas organizaciones (la Fech, ex funcionarios del servicio de impuestos internos, la CUT, expertos tributarias, etc.) aportaron sus conocimientos.
Fue así, como se llegó al acuerdo de que cualquier propuesta debía cumplir con cuatro condiciones básicas. Primero recaudar más plata para hacer frente a la gran demanda de bienes y servicios de la ciudadanía; segundo aumentar la carga tributaria de manera que quienes tienen más aporten más a las arcas fiscales; tercero, tender a una mayor simplicidad del sistema que permita a los contribuyentes comprender la forma de cumplir con sus obligaciones tributarias y a la autoridad facilitar su fiscalización y cuarto, fomentar un desarrollo sustentable, donde quienes contaminan y dañan el medio ambiente paguen por el mal que le hacen a la sociedad.
Ahora, en el caso de la discusión de la Ley de Pesca sucedió algo totalmente distinto.
Porque a pesar de que la oposición cuenta con mayoría en el Senado, senadores de la DC y e PS, decidieron unilateralmente buscar un acuerdo con el gobierno para entregar un privilegio a grupos económicos.
Puesto que la ley estableció que si las empresas industriales de pesca cumplen la legislación, sus licencias —y sus cuotas— se renuevan hasta el infinito, para siempre.
Así les transferimos recursos valorados en cientos de millones de dólares directamente a sus balances, regalándole un 85% de la cuota de pesca, que si alguna vez queremos recuperar, tendremos que expropiar y pagarle por lo que hasta antes de la ley era de todos los chilenos.
Esto dos ejemplos, nos demuestran que lo que realizamos el 2012 tuvo luces y sombras. Considero que no debemos pensar en categorías absolutistas, ya que no nos permiten comprender, diferenciar y rescatar lo bueno y lo malo del período que estamos cerrando.
La forma en cómo llevamos adelante la propuesta de reforma tributaria, es lo que debe marcar nuestra manera de actuar en política, porque Chile y sus ciudadanos cambiaron, y hoy no solo están más informados acerca de lo que hacen sus autoridades, sino que los presionan y exigen compromiso y consecuencia.
Por eso, hago un llamado a la Oposición, para que el 2013 seamos capaces de entregarle a los chilenos un programa de transformaciones estructurales, que integre las visiones de todos los partidos políticos y los movimientos ciudadanos, basado en los valores de la igualdad, la justicia, la honestidad y el respeto, para construir un país donde todos sientan que reciben lo que merecen por el esfuerzo realizado.