14 dic 2012

Cambiar la acreditación de las universidades

Cuando se discutió el proyecto de ley que creó el actual sistema de acreditación universitaria, siendo senador, hice las siguientes reflexiones críticas frente a la iniciativa durante su discusión en general, que me parece oportuno recordar.

“El señor Viera-Gallo”.- “Señor Presidente, aquí se produce una disyuntiva muy fuerte entre lo que se quiere y lo que se puede. Y cuando uno se enfrenta a ella, en política, debe hacer un juicio de prudencia.¿Cuál? Si el cambio es útil para rectificar lo que existe o se consolida lo que se desea modificar profundamente. Ese dilema, yo por lo menos –quiero señalarlo-, no lo tengo resuelto, sin perjuicio de mi adhesión, por cierto, al Gobierno del Presidente Lagos, y en particular al señor ministro de Educación y a la señora Directora de la División de Educación Superior, quienes deben enfrentar este complejo problema.

Acabamos de aprobar el proyecto de reforma sanitaria, mediante el cual se crea la Superintendencia de Salud, cuya labor es la acreditación de hospitales públicos y privados.Sin embargo, se trata de una institución estatal a cargo de un funcionario nombrado conforme al nuevo sistema que rige para las altas autoridades públicas.

¿Por qué en el caso que nos ocupa el órgano acreditador no es análogamente estatal, en el sentido puro y público del término, y no un ente híbrido público-privado? ¿Por qué se aplica un criterio para salud y otro distinto para educación, en circunstancias de que, obviamente, también hay negocio en los hospitales privados?

Otro punto que tampoco me queda claro se refiere a la acreditación. Si las personas que la realizarán son representantes de los acreditados, ¿no se podría generar así un interés corporativo donde al final nadie resuelva nada o, dicho de otra manera, en que todos sean acreditados? Porque, ¿quién se atreverá a decir “usted no” si el que determina tiene un negocio, hace clases, ha conseguido un pituto o se presentó junto con el requirente a cierto proyecto de investigación, etcétera? ¿Quién podrá decir que tal universidad no posee la calidad del caso?

Es dable considerar también lo manifestado por el senador Núñez en orden a que todo esto es voluntario. O sea, es como si se dijera: “Mire, la acreditación de los hospitales y de los quirófanos será voluntaria. ¿Por qué no puede ser; acaso no hay libertad de trabajo?Si se mueren los enfermos, allá ellos”.

El siguiente aspecto que no resulta transparente se relaciona con las agencias acreditadoras. Estoy de acuerdo en que se trate de entidades privadas. ¿Pero por qué serán primera instancia cuando, simplemente, van a emitir un informe que resolverá la Comisión Nacional de Acreditación? De lo contrario, ¿qué va ocurrir?Los profesores formarán sus propias agencias, las facultades podrán acreditar las carreras y, además, cobrar dinero. De esa situación tendrá que apelarse ante los mismos profesores que están en la Comisión Nacional de Acreditación.

Otro punto que no me parece convincente apunta a lo que sigue. ¿Por qué se acreditan obligatoriamente las carreras de medicina y pedagogía, y no así la de derecho?¿Acaso los abogados no son auxiliares de la administración de justicia?¿La de ellos, por definición, no es una profesión que se mueve en el linde de lo público y lo privado? ¿No interesa a la sociedad que haya abogados honestos, veraces y bien formados? ¿O les gustaría seguir el ejemplo de las universidades que hoy en día los forman? ¿Por qué determinadas carreras sí y otras no?”

La oposición de la época recelaba de cualquier sistema de acreditación, aun voluntaria, pensando que se podía abrir la puerta para conculcar la libertad de enseñanza. ¿No había vivido tanto tiempo el sistema universitario sin necesidad de acreditarse?, sostenían.

El proyecto en discusión fue un primer paso. Muchas de las aprehensiones formuladas en esa época, lamentablemente, se confirmaron. Varios senadores planteábamos la necesidad de establecer un sistema de acreditación obligatoria y con una mayor intervención del Estado.

Luego de lo sucedido, es preciso cambiar profundamente el sistema actual. Un punto de partida puede ser la creación de una Superintendencia con facultades fiscalizadoras y sancionadoras suficientes, dotada de un personal permanente y con alta profesionalidad, como ocurre en otras áreas del Estado.

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  • carlos marquez

    Es decir Ud. y el gobierno de la concertacion, no solo vieron los peligros de los remedios caseros a un sistema que probo (el sistema de acreditacion de un sistema de educacion superior como el que vivimos) fracazar, sino que ahora comenta que teniendo el poder de hacer algo se quedo en profesias. Me recuerda al Sr. JJ Brunner, que tambien dice haber tenido esas visiones, y que no obstante el modelo chileno “estaba en la direccion correcta”. Los profesores que trabajamos en este clima de educacion superior no solo en Chile, lidiamos con la inconsistencia, incapacidad y malas desiciones pues, no queda otra. Ud y la clase politica y el gobierno tuvo el poder de hacer algo mas develar con energia lo que entonces ya las invesitgaciones en el area (no Ud) lo advertian. Este articulo es solo una decepcion mas.

    Ahora como lo hacen siempre en la clase politica tienen culpables: los privados! la condicion publica privada no quita ni agrega nada Sr. asi lo prueban los sistemas de desarrollos educacionales publicos/privados mixtos en otros paises. se trata de asociarla a un sistema de justicia solidaria en la educacion. Se trata de idoneidad y providad . No hay ley que impida la sinverguenzura.

  • RuizMnica

    De acuerdo con el Señor Marquez , qué nos queda ahora ,. todos se esconden frente a esta dura batalla de la educación Chilena. Hay muchos involucrados que guardan silencio, Muchos que aprovecharon de hacer sus negocio , La gallina de los huevos de oro , ofendieron al personaje más noble y honesto que otrora se dedicó a educar y dignificar la educación de este País, Hoy la educación Chilena ha sido vilmente manoseada y trajinada por estos creadores de las mal ,llamadas acreditación de carreras y universidades , y hemos visto que estas acreditaciones no da ni siquiera para llamarlas boliches de enseñanza profesional en donde el fraude ha sido el principal componente del sistema. La acreditación debe desaparecer del contexto en educación y para siempre , una vez terminada esta investigación debe limpiar todo estos torpes procesos que han confundido a todos los consumidores en materia de educación. Que las universidades contraten profesores sin título universitario , que no paguen las imposiciones a los profesores y otro ….. se ve desde estos ejemplos el grado de corrupción . La educación debe reiniciarse todo de nuevo bien dirigido y controlado , por profesionales de buen oficio y experiencias comprobables . No reemplazar la experiencia por un magíster, concursar los cargos académicos con todos los requerimientos para garantizar la calidad de la docencia. La etapa en donde se entregan los pilares para la formación profesional de lo jóvenes será siempre el PRE-GRADO. Lo que comenta el Sr Viera Gallo nos deja con ese sabor amargo de saber que en su oportunidad no se luchó como correspondía , defender la educación era la labor fundamental , no permitir lo que estamos viviendo hoy era lo que debió haberse hecho . Ahora ¿ cómo será la continuación de este desastre ?…. Que alguien saque la voz . Los que tienen un poco de dignidad y que sienten un grado mayor o menor de culpabilidad de lo que ha sucedido en la educación … que den la cara , que se muestren…y reconozcan su error para los incrédulos que todavía piensan que el sistema inventado ha sido el mejor.

  • Tani Amaya

    Entonces debió haber levantado su voz con más fuerza… ahora es demasiado tarde…

    ¿Y cómo estaba la correlaciòn de fuerzas, mayorías, minorías, para que se aprobara un engendro de corrupción ?