Conversando con mi hija e hijo adolescentes comprendí el concepto de “hipster” utilizado por los adolescentes hoy en día. Se refieren así a sus pares que buscan ser alternativos, renegando de las modas, que se declaran diferentes y no siguen tendencias. Se caracterizan por los anteojos de un grueso marco de carey, ser usuarios muy tecnologizados, usar ropa usada o reciclada y principalmente por negarse a aceptar que son parte de alguna tribu.
Lo importante es comprender que detrás de un Hipster, más que seguir una moda, se sigue un concepto, el de ser especial, el ser de la vanguardia y ser alternativo a todo lo demás. No hay mayor agravio que acusar a un hipster de ser hipster, lo que los mete en la categoría de moda o tribu. En lenguaje político, los mete en el sistema sin serlo.
El asunto es que la política chilena se ha llenado de Hipster, transformándose en una verdadera moda.
A pesar del relato político que tienen muchos hipster de la política, declaran que no son políticos ni militan en partidos políticos (en lenguaje adolescente, no son parte de ninguna tribu) o reniegan de los partidos en que aun militan, asumiendo tendencias independientes en sus postulados.
Normalmente tienen una profunda y variada propuesta de contenidos, pero los hipster de la política llaman a no participar de los procesos electorales, para marcar sus diferencias con las propuestas electorales manifestadas en las papeletas.
No hay que confundirlos con los resabios de un auténtico pinochetismo chileno que, por otras razones, pero con igual método de protesta, no votan por “esos señores políticos” al recoger el legado de que “casi todos los políticos son beatos de la ‘democracia’; creen que el único sistema que hay en el mundo es la democracia” (Pinochet, 1982) o finalmente terminan votando por la UDI porque ellos no son políticos, (¿paradoja o autoengaño?)
Volviendo a los hipster, tampoco son – necesariamente – de la ultra izquierda, a los hipster de la política chilena les da pereza encapucharse y salir a tirar piedras contra el sistema y- de pasada – contra el kiosco de la viejita del frente, a pesar de que justifican los actos vandálicos que espantan a los manifestantes chilenos que,en esas situaciones,se restan o retiran de las manifestaciones.
Al igual que los adolescentes hipster, el hipster de la política tiene en el mundo de las TICs (tecnología de las informáticas y de las comunicaciones) su lugar natural para desarrollarse, protestar, emplazar y manifestarse.
En el Chile actual, enfrentado al proceso electoral de las municipales y ya próximo al proceso presidencial y parlamentario más importante de los últimos 20 años, tenemos un graneado muestrario de hipster en la política. Así se han transformado en un elemento imprescindible del sistema oligárquico chileno. Los medios de comunicación de la propia oligarquía le dan mucha tribuna o/y cobertura.
El nuevo sistema de votación voluntario es el mayor caldo de cultivo de los hipster de la política chilena y su postura – legitimada por el sistema voluntario del voto – de llamar a no votar. Es interesante su llamado a no dar el voto a la “clase política”, pero no mencionan nada contra otros poderes de la oligarquía chilena, como los medios de comunicación (deberían llamar a eliminar todos los televisores de nuestros hogares), las fuerzas armadas (que por razones semióticas deberían “funar” todo tipo de uniformes incluyendo bomberos, scout y los metaleros que se visten todos iguales) o los grandes empresarios (nada de ir al retail).
Sospechosamente sólo llaman a no participar del sistema democrático – acusándolo de no ser tan democrático – sin levantar una propuesta de una profunda participación política, salvo el no participar.
En este mismo espacio he sido crítico de la oligarquización de la política, planteando una visión sistémica de la cultura oligarca en nuestro país, pero el llamado a no votar consolida dicha cultura. Peor aun, llamar a “funar” el proceso electoral tiene un fuerte tufillo que el Capitán General debe aplaudir y gozar desde donde quiera que se encuentre…
El mayor riesgo de los hipster de la política es que, llegado un momento, maduren – al igual que los adolescentes – y abandonen sus postulados como un hermoso recuerdo de una juventud ya superada.
Si usted vive cerca de un hipster de la política chilena, obsérvelo. Después de algunos años se dará cuenta que es más funcional y dependiente del sistema que usted mismo, manteniendo su discurso en la misma proporcionalidad que la oligarquía nacional mantiene su propio poder.
Por ahora ¡Yo sí voto!