El tema de las elecciones presidenciales tiene alta importancia para los medios de comunicación y eso lleva a que los ciudadanos comiencen a ocuparse del asunto. Sin embargo, hasta ahora, nunca había sido tan temprana la carrera electoral, ya que desde el primer año de gobierno se Piñera se está hablando de ello.
Es, ciertamente, el deseo, subyacente en todas las mentes, de que este gobierno que se inició con tal malos augurios termine cuanto antes o dicho de otro modo, que el tiempo vuele y llegue otro presidente.
Nunca hasta ahora un gobernante había tenido tan malas calificaciones en las encuestas y, aunque sube y seguirá subiendo, lo más probable es que nunca alcance los altos niveles que han tenido sus antecesores. Los partidarios del gobierno sostienen que su gestión ha sido magnífica, pero en verdad no es ésa la percepción de las mayorías nacionales, incluidos en ellas muchos de quienes votaron por la derecha en 2009.
Entonces aparecen candidatos en todos los frentes.
Desde el egocentrismo, Velasco, Parisi y MEO, convencidos cada uno de que sólo él trae soluciones a los problemas del país. Algo parecido a lo que fueron Fra Fra y José Piñera hace unos años.
Desde la derecha, se han alzado tres figuras, todos ellos ministros del gabinete del mal evaluado presidente: Golborne, Allamand y Longueira.
El primero tomó fama cuando fue lo del accidente de los mineros, sin que hasta ahora se le conozca ninguna otra gestión descollante o aporte político de significación. Se convierte en figura a partir de ese acontecimiento y de las relaciones públicas y las gestiones de difusión.
Con más peso político y trayectoria se alza Allamand (nadie puede olvidar que el funda su partido a pedido de la dictadura a través de Onofre Jarpa, poco antes de fenecer el gobierno derechista de Pinochet con el objeto de abrir otro frente político), quien también resurge desde la nominación sin oponente por Valdivia (esta vez la UDI lo dejó pasar) y gracias al protagonismo que logra en el intento de rescate de su cuñado, de Camiroaga y los demás accidentados en un avión.
Longueira, que había anunciado una especie de retiro de la política, se lanza al frente para salvar la línea dura de la UDI y no dejar el paso libre a un aparecido que no da garantías de solidez doctrinaria como es Golborne.
Lavín y Mathei se mantienen expectantes, mientras Carolina Schmidt es vista con interés por sectores de recambio en la derecha. Todos ministros.
Cuando las ministras Alvear y Bachelet dijeron que les interesaba ser candidatas presidenciales, Lagos les pidió la renuncia faltando más de 18 meses para la elección y ellas la debieron hacer efectiva con prontitud.
La estrategia comunista de captar aliados a quienes apoyar (Pizarro, Arrate) se plasma ahora con Gómez, radical, que busca llegar a lugares hasta hace poco impensados. Pero él sabe que sólo alcanzará buenas negociaciones (Tarud en 1970 lo hizo así) y deberá ceder el lugar a quien gane las primarias.
Porque primarias deberá haber, aunque Bachelet cometa el error de renunciar a su posición para venir a encabezar la trizada coalición, ya que ése acuerdo es lo que dará legitimidad a quien sea el candidato frente a la derecha.
Es terrible ver que sólo se puede recurrir a figuras del pasado, como Frei en 2009 y Bachelet ahora.
¿Es que no hay nadie más que pueda ser candidato por las fuerzas de centro y de izquierda? El PPD, el Partido Socialista y la Democracia Cristiana deben levantar sus propios candidatos.Renunciar a ello de antemano es un error grave, pues con eso solo lograrán reafirmar la idea de comparsas que se ha instalado en la opinión de la ciudadanía.
Pienso en la DC, partido en el cual estoy más interesado. Siendo un partido que se define como vanguardia hacia un nuevo orden social no puede dejar de ofrecer una propuesta programática, una plataforma de ideas y un candidato.
Ir a la primaria con uno de los suyos, más allá del resultado o de las posibilidades que se pueda considerar anticipadamente, es un deber de identidad. Si se pierde, se apoya al ganador, pero desde una posición de lucha.
Si se gana, miel sobre hojuelas. Pero la lucha se da. Renunciar anticipadamente como sucedió en 2005 con el retiro de Alvear antes de las primarias – motivado por el derrotismo del adolfismo – fue un daño a la fortaleza interna de un partido que podría estar llamado a grandes cosas.
Y así como el PPD o el PS pueden tener nombres que signifiquen reorientación (Patricio Hales y Ricardo Lagos en el primero y Allende, Maira o Díaz en el segundo) la DC tiene en Orrego y sobre todo en Ximena Rincón, opciones que se salen de los marcos tradicionales.
Lo que se requiere en esta campaña son ideas nuevas, propuestas claras y liderazgos capaces de encantar. Tal vez sería verdaderamente desafiante y hermosa una elección presidencial entre Carolina Schmidt, Ximena Rincón, Camila Vallejos y los tres Fra Fra contemporáneos.