Hemos escuchado un festival de declaraciones en torno a la reciente encuesta Casen, pero, lo cierto es que, objetivamente hablando, no hay razones para celebrar.
Los datos de esta encuesta revelan que hay 2.427.000 personas que viven en condición de pobreza con ingresos per cápita inferiores a $72.000 mensuales y donde la pobreza llega a 24% en los niños hasta 3 años y a 22,5% en los jóvenes hasta 17 años.
El Gobierno ha celebrado estos resultados lo que claramente no compartimos quienes estamos en la oposición.
Entre el 2009 y el 2011, el PIB creció 11,3%; el PIB per cápita subió 7,2%, se crearon 700.000 nuevos empleos y se distribuyeron miles de bonos asistencialistas con la Asignación Social de Mideplan; es decir, se tuvo un período de importante crecimiento económico pero la pobreza sólo se redujo en 0,7% y aún está sobre el nivel alcanzado el año 2006.
Magros resultados para los 2,4 millones de personas que viven en la pobreza.
El Presidente Piñera nos propone que como país nos acostumbremos a vivir con 15% de chilenos y chilenas en condición de pobreza; que “se celebre” que se rebajen décimas en las estadísticas sobre la pobreza o que indigentes sean ahora pobres y que los beneficios de estos crecimientos records queden en el decil más rico.
A mi juicio, estos datos -nos recuerdan una vez más- que Chile vive una situación de desigualdad social que debemos remediar en el futuro próximo y que su disminución debiera ser tarea prioritaria para un próximo gobierno que una al centro con la izquierda.
La pobreza sigue siendo una herida en nuestra convivencia y no pueden celebrarse estas leves bajas (que son parte del margen de error estadístico) como lo hace ostentosamente el gobierno y sus partidarios.
Un mayor esfuerzo para derrotar la pobreza requiere una Reforma Tributaria de verdad que recaude a lo menos 3% del PIB y no como la menguada propuesta gubernamental que recauda 0,3% del PIB.
Por lo tanto, se requiere colocar el foco en cómo apoyamos a las mujeres jefas de hogar (51% en las familias pobres) para que se inserten en mejores empleos; cómo instalamos salas cunas y jardines en las comunas populares; cómo mejoramos su capacitación laboral.
En materia educativa, en tanto, es urgente mejorar el aprendizaje del 40% más vulnerable (hay que dar estímulos económicos para atraer buenos profesores) y cómo se fiscaliza que la subvención SEP no sea dilapidada por sostenedores municipales y privados.
Hay mucho que trabajar y poco que celebrar. Esa es nuestra diferencia con la derecha.