El 4 de julio recién pasado se anunció el descubrimiento de la partícula denominada Higgs boson –la cual más bien es un campo- que los físicos buscaron por casi 50 años.
Se trata de un hallazgo clave puesto que es una pieza que faltaba y que viene a confirmar el denominado modelo estándar de la física de partículas.
Si bien al parecer este hallazgo no resuelve todos los problemas –es como encontrar una pieza grande e importante de un puzzle que sin embargo es más grande y complejo aún- viene a develar cómo las partículas elementales adquieren masa. Ello ocurre porque existe este campo de fuerza invisible -el Higgs boson- que impregna el espacio entre ellas y al interactuar con él las partículas adquieren masa.
Ahora bien, si usted lector siguió leyendo esta columna hasta aquí podrá preguntarse ¿y que tiene que ver esto con la política chilena?
Probablemente nada excepto que uno puede preguntarse si existe algo en la política chilena que permita explicar la unidad (masa) en la dispersión.
Porque no cabe duda que lo que centralmente caracteriza a la política chilena actual es la dispersión, la “atomización”, como expresó respecto de la Oposición hace algunos días el Presidente del Senado, el senador Camilo Escalona.
Esa dispersión también caracteriza al Gobierno, y así se ejemplifica en episodios antiguos y recientes, como es el caso de la discusión sobre el salario mínimo.
En realidad me parece que los partidos de Gobierno no están tanto o más dispersos que los de la Oposición simplemente porque aquellos que interesan analíticamente son solamente dos – y uno de ellos, la UDI, tiende, históricamente, a ser monolítico.
Entonces, ¿existe en política un “campo de fuerza” que lleve desde la dispersión a la unidad?
Desde luego que sí: el poder. De eso trata principalmente la política chilena y, en general, en todas partes.
Así, el Higgs boson de la política chilena es el conjunto de acciones visibles e invisibles por medio de las cuales se trata de alcanzar, obtener, ejercer, mantener, acrecentar el poder.
Nada demasiado nuevo ni tampoco necesariamente objetable en ello, pero es preciso reconocerlo y desde esa constatación tratar de avanzar hacia otros campos de fuerza político más altruistas, que puedan compartir todos, o casi todos, sean ganadores o perdedores en la lucha, ojalá pacífica y civilizada, por hacerse del poder.
Aun cuando son muchas las partículas políticas y también variadas las fuerzas que tienden a la dispersión, considero que en la política chilena existen actualmente algunas que tienen sentido de aglutinamiento, sentido de país.
Me refiero a que la gran mayoría de los partidos políticos y de los ciudadanos organizados, reconocen y valoran la dignidad y derechos de la persona humana, la organización política democrática, el estado de derecho, la existencia e independencia del Poder Judicial como institucionalidad clave para la defensa y resguardo de los derechos fundamentales de la persona.
En el plano socio-económico existe también amplia concordancia que debe derrotarse la pobreza y mejorarse sustantivamente la distribución del ingreso.
En el plano cultural, no existe nadie que no esté de acuerdo en que debe mejorarse el acceso y la calidad de la educación en todos sus niveles, desde la educación parvularia a la universitaria.
A su vez, los chilenos hemos experimentado un cambio cultural copernicano en el sentido de estar más atentos a lo que nos ocurre y lo que está ocurriendo en nuestra sociedad. Ello se manifiesta en nuestras capacidades de expresar nuestros derechos, reclamar por su debida atención y respeto y participar activamente en todas las instancias organizativas y comunicacionales existentes.
Lo que está faltando a mi juicio es otra partícula Higgs boson de la política: una fuerza, una capacidad de unificar las partículas políticas y darles un sentido de dirección y esperanza de que podemos y avanzaremos hacia algo específicamente definido, que es mejor, y cómo lo haremos.
Las coaliciones políticas de Gobierno y de Oposición tienen iguales probabilidades de lograr expresar aquello con éxito. El escenario político está sumamente abierto y cualquiera de ellas podrá hacerlo en las próximas elecciones municipales, parlamentarias y presidenciales.