No hay dudas de que Chile es un país centralizado. Los recientes movimientos ciudadanos de Aysén, Calama o Magallanes no son otra cosa que una manifestación de ello: han acusado la absoluta supremacía que tiene Santiago para decidir sobre sus presupuestos y recursos naturales, entre otros aspectos, versus la casi nula posibilidad que tienen sus comunas y regiones para poder tomar decisiones importantes sobre asuntos que afectan directamente en la calidad de vida de sus habitantes.
Pero, ¿qué tan centralizados estamos? Para medirlo usualmente tendemos a compararnos con países europeos; del norte de América; con casos altamente descentralizados en América Latina (Argentina, Brasil y México) y, últimamente, con la OCDE. Todos ellos son aportes valiosos (de paso, Chile siempre utiliza las posiciones más centralizadas).
Sin embargo, ¿qué tan comparable es nuestro país con otros que pertenecen a otros continentes, con trayectorias políticas, culturales y sociales absolutamente distintas, o que tienen modelos federales?
Una comparación algo más acorde con la historia política y características socio-culturales de Chile puede ser con países como Colombia, Bolivia, Ecuador y Perú.Pese a que son altamente diversos, todos ellos son estados constitucionalmente unitarios con administraciones públicas descentralizadas (al igual que Chile), y pertenecen a una misma subregión continental con procesos políticos recientes que se han desarrollado en relativa simultaneidad: todos vivieron dictaduras hasta los años 80 (excepto Colombia), recuperaron sus democracias y comenzaron rápidamente un proceso descentralización con la redemocratización de sus gobiernos locales (al igual que Chile).
Al hacer esta observación, nuevamente Chile queda como el más centralizado. A nivel político es el único de los cinco países cuyas autoridades regionales aún no son electas mediante votación directa por sus ciudadanos.
También, es el único caso donde el gobierno central puede remover a la máxima autoridad regional sin justificación alguna. A diferencia de nuestro país, en Perú, Colombia y Bolivia existen procesos de revocación popular hacia las autoridades subnacionales electas democráticamente. Además, como parte del reconocimiento de la diversidad étnica, en Bolivia, Colombia y Ecuador, se pueden constituir unidades de administración especiales para sus pueblos originarios con relativos grados de autonomía.
En el ámbito fiscal, Chile es, después de Ecuador, el que tiene los presupuestos subnacionales más reducidos como proporción del presupuesto del gobierno general. Los GORE dependen casi en su totalidad de transferencias del gobierno central ya que (01) no recaudan impuestos ni patentes (como sí sucede en Colombia, y en menor medida Perú y Ecuador), y (02) salvo mínimas excepciones, no les corresponden por ley impuestos relativos a la extracción de recursos naturales e industrias en sus zonas, como sí ocurre notoriamente en Bolivia y Perú.
La escasez de ingresos propios y la alta dependencia de transferencias desde la capital limitan tremendamente la autonomía presupuestaria de los GORE.
El modelo centralizado en Chile quedó obsoleto. Ese es un diagnóstico altamente compartido, tanto en esferas políticas, como académicas y ciudadanas. En determinado momento tuvo sus justificaciones para constituirse como tal, también sus réditos. Sin embargo, hoy no parece razonable (ni saludable) mantenerlo. Necesita reestructurarse y parte de ello pasa por profundizar un proceso de descentralización que de un tiempo a esta parte ha quedado, simplemente, dormido.
Ahora bien, ¿por qué descentralizar? Porque la cesión de responsabilidad, recursos y autoridad desde el gobierno central a las municipalidades y GORE, acercaría las decisiones políticas a las heterogéneas necesidades de la población.Ello, además, incentivaría procesos de accountability y participación ciudadana, entre otros.
Sin embargo, la instauración de un modelo más descentralizado que el actual no garantiza por sí mismo que esto se alcance. El qué y cómo se descentraliza importa, y mucho. Por lo mismo, vuelve a ser relevante observar otras experiencias, en especial la de los países citados. Ellos nos llevan años de ventaja.
Sus dificultades, fracasos y éxitos pueden ser más que útiles a la hora de iluminar un camino que tarde o temprano nuestro país recorrerá. Cuando, idealmente, Santiago deje de ser Chile.
Leer versión extendida en:
http://www.asuntospublicos.cl/2012/06/analisis-comparado-i-descentralizacion-politica-en-bolivia-chile-colombia-ecuador-peru/
http://www.asuntospublicos.cl/2012/07/cual-es-el-nivel-de-la-descentralizacion-fiscal-regional-en-chile-una-comparacion-internacional/