Una de los más prestigiosos intelectuales mexicanos, Pablo González Casanova dijo hace unos días en México saludando a Camila Vallejo “¡Qué bueno que ha traído a México este diálogo latinoamericano de los movimientos emancipadores! Al saber de su presencia no pude menos de recordar la voz y la fuerza de Salvador Allende. De Allende y de quienes lucharon con él es digno sucesor este gran despertar del pueblo chileno a que su juventud convoca, y que lejos de limitarse a una valerosa lucha por la educación forja un nuevo movimiento liberador de los trabajadores, de los ciudadanos, de los campesinos y de los indios mapuches”.
Agregó el ilustre escritor, académico, ex Rector de rectores “ mucho de nuevo tiene el movimiento chileno y, como los nuestros de los que quiero decirle unas cuantas palabras, forma parte de un movimiento universal que en México iniciaron en 1994 los pueblos mayas del sureste, conocidos como zapatistas, cuyo lema es precisamente: Libertad, Justicia, Democracia.” Y llamó a los estudiantes mexicanos a los que dijo. “Escuchemos a la compañera Camila y enviemos con ella un caluroso abrazo a la juventud chilena. ¡Viva Chile! ¡Viva América Latina! ¡Viva la vida! ¡Venceremos!”
A su turno, otro conocido intelectual, Adolfo Gilli, señaló : “Agradezco la invitación para estar con ustedes y con nuestra compañera Camila Vallejo, flor de copihue que Chile nos mandó. Quiero mencionar aquí a tres compañeros entre ustedes: don Pablo González Casanova, el rector que nos heredó el 68 y que aquí sigue, terco en nuestras causas; el filósofo Luis Villoro, de quien tanto aprendimos en los libros, en la vida y en la lealtad a las personas y a las ideas; la comandante Esther, que en el inicio de este siglo reclamó en el Congreso de la Unión el respeto a los acuerdos de San Andrés. Hasta hoy los poderes del Estado siguen faltando a la palabra y a la firma empeñadas.Vengo de lejos y por eso agradezco tanto estar aquí. Estuve en el 64 en tu país, Camila, con Salvador Allende, cuando nacía la gran esperanza que maduró en 1970. Estuve en el 68 aquí, en Lecumberri, cuando Gustavo Díaz Ordaz, el cruel presidente que nos trajo el PRI, masacró en Tlatelolco a esa misma esperanza, entonces mexicana.”
La solidaridad latinoamericana con el movimiento estudiantil chileno continúa en ascenso y la figura de la actual vicepresidenta de la Fech ya no es sólo nacional le pese a quien le pese.
Ese encuentro con la juventud mexicana en el Distrito Federal tuvo lugar poco después que la delegación de jóvenes comunistas chilenas que integraron Camila Vallejo y Natalia Cuevas visitara además otros países del continente con igual éxito.
En Chile el movimiento sigue creciendo. Esta semana tuvo lugar esa enorme demostración de fuerza y creatividad con la marcha de los paraguas del jueves 28 de junio que reunió a más de 100 mil jóvenes secundarios y universitarios que reiteraron la exigencia de educación gratuita estatal de calidad para todos y condenaron el lucro en la educación.
A la par, reiteraron su demanda de una reforma tributaria real, de renacionalización del cobre y de una nueva Constitución Política para Chile.
Como ha dicho la propia Camila, los jóvenes han sido capaces de llevar a la calle las grandes demandas de la sociedad chilena de nuestro tiempo.
Han instalado de nuevo las justas exigencias políticas, sociales y económicas en aquellos lugares en donde han de estar en primer término, esto es en los hogares, en los liceos, en las universidades, en los centros de trabajo, en las plazas públicas, en el barrio, en los estadios, porque la política, de la que algunos fingen asco, no es privilegio de nadie, nos pertenece a todos y todos tenemos derecho a denunciar las iniquidades del sistema actual.
De allí la importancia de la relación estrecha entre lo político y lo social y el papel de las organizaciones políticas.
En el caso de la movilización del jueves y como ya es habitual, los medios televisivos centraron su atención más que en el orden y calidad de la marcha, de su creatividad y disciplina, en los desmanes que, al margen de la manifestación estudiantil, provocaron algunos sectores muy minoritarios. Es el deliberado propósito de instalar esa imagen para desprestigiar la lucha estudiantil, provocar escisiones y justificar la represión. No hay nada nuevo en todo esto. Es la repetición del mismo libreto.
Resulta imposible aceptar que con los medios y la fuerza que tiene la policía a su disposición no pueda controlar los desmanes. No es creíble. Resulta inaceptable igualmente que los detenidos sean siempre sólo los estudiantes.
Es intolerable que la autoridad haga oídos sordos cuando los dirigentes estudiantiles denuncian como la policía cambia el rumbo de rutas autorizadas con lo que crea molestias y desórdenes. Pero peor es que no se asuma la presencia de policías infiltrados en las marchas.
Tampoco eso debe sorprender a nadie. A comienzos del siglo pasado, Victor Serge en su libro clásico “Lo que todo revolucionario debe saber acerca de la represión”, mostraba en detalle cómo actuaba la Ojrana, la policía del zar de Rusia, y son en esencia los mismos métodos.
Provocaciones desde dentro por policías infiltrados vestidos al tipo de los manifestantes, destrucción del mobiliario público, atentado a la pequeña propiedad privada, manipulación a sectores de frustrados, desesperanzados o simplemente lumpen, etc.
El objetivo es el mismo: enajenar el apoyo de la población, tratar de aislar a los que luchan por sus reivindicaciones.
Otro detalle, curiosamente, en los días previos a la manifestación y luego a las mismas horas arreciaron de nuevo los ataques a Camila Vallejo en diversos medios de comunicación incluidos los digitales.
Pero en medio de todas las dificultades avanza el movimiento estudiantil y crece su apoyo ciudadano. Lo resumían bien los dirigentes juveniles al final del acto de cierre: “Ayer el gobierno decía que no había crisis en la educación chilena, hoy nadie la niega. Ayer decían que no había lucro en la educación y hoy el lucro es denunciado e investigado por las propias autoridades del Estado.”
Ha sido mérito de los estudiantes.