Constatando la distancia que separa a las personas del sistema político, he señalado que sería conveniente abrir un diálogo entre el gobierno y las fuerzas de oposición, con el objetivo de abordar temas prioritarios de interés social y nacional. Ello permitiría avanzar en temas-país y contribuiría a superar la imagen de la política enclaustrada en exclusivas lógicas de corto plazo y recriminaciones mutuas.
Los Partidos de la Concertación han compartido este criterio.
Sin embargo, pareciera que en el gobierno esto se comprende de manera enteramente unilateral.
Es decir, pensando solo en su conveniencia; descartando y excluyendo las reiteradas preocupaciones que, en diferentes temas, se han planteado desde la oposición.
Digo esto al conocer las intenciones gubernativas de enviar un proyecto de ley para rebajar las remuneraciones de los trabajadores y “flexibilizar” todavía más la jornada laboral, con el argumento de una eventual repercusión en Chile de la recesión europea.
Estas prácticas son habituales en Chile y los abusos patronales son totalmente comprobados, dado una cultura inmutable en este aspecto, desde la dictadura a la fecha, por ello estas medidas significan legalizar la precariedad laboral y la desprotección de los trabajadores. De aprobarse una ley en esta dirección, me parecería sencillamente funesto.
Hemos venido insistiendo sobre esta complejísima situación desde hace años. Hace poco en el Senado, dirigentes del salmón explicaron en detalle a la propia ministra su dramática situación.Compruebo que la autoridad no escucha nada.
La promesa de la campaña electoral está enterrada. Hoy los trabajadores tienen una autoridad que está dispuesta a hacer aun más insostenible el trato laboral en las empresas y los servicios, extendiendo la inestabilidad y los bajos salarios a un punto que la ruptura social se hará inevitable. Sin ánimo discursivo alguno, denuncio que una política laboral como la señalada es atentar directamente contra la paz social en Chile.
Cuando tratamos de abrir un espacio, por mínimo que sea, para un diálogo entre gobierno y oposición aparece esta decisión. La siento como una bofetada. Agravar la situación de los trabajadores es total y completamente inaceptable.
Si hay diálogo éste debe abarcar temas de interés de ambos interlocutores y respetar sus sensibilidades fundamentales. Es el caso de la oposición, dialogar mientras a su base social se la sitúa en una posición cada vez más desventajosa y comprometida es a todas luces, una contingencia inviable.
Salvar a los ricos sin importar lo que suceda a los pobres, no está dentro de las grandes coordenadas que se pueden compartir, dentro del amplio ámbito de las políticas de Estado. El Chile de hoy no lo resiste.