Ya escuchada la cuenta pública del Presidente de la República, surgen a lo menos algunas dudas.
Me refiero, con especial preocupación, a las realidades comentadas por el mandatario y luego replicadas en algunos medios de comunicación social. Cifras que no cuadran y visiones absolutamente distintas a la que tiene el ciudadano promedio en Chile, incluso, los sectores menos informados.
Parece, entonces, que el Presidente viviera en otro lugar, como en el cuento de Alicia en el País de las Maravillas, donde los colores e imágenes nos seducen, pero sin duda, son una fantasía que se aleja de la realidad en un dos por tres.
Pareciera que viviera en una nación donde la batalla contra la delincuencia se ha ganado, donde existen trabajos con remuneraciones justas, seguridad laboral, educación y salud sin cobros abusivos; y respeto por nuestro medioambiente a través de políticas sustentables.
Pues bien, nada de ello se aprecia en el Chile de hoy, y si hubiera que resumir cual es el principal problema, ausente en el discurso presidencial, no cabe duda que la gran mayoría de los chilenos hablaría de las profundas desigualdades que se han acrecentado y que hoy representan un foco de frustración permanente expresado en todas las movilizaciones sociales.
Se aprecia, entonces, un profundo desarraigo de la realidad, que revela una escasa empatía para ponerse en el lugar de todos los chilenos. Hecho que ha provocado una disminución progresiva en el apoyo expresado al Presidente y su Gobierno. Y, como la guinda de la torta, un día después de realizada la cuenta el Presidente se reúne con su gabinete para analizar los anuncios del 21 de mayo, es decir, los análisis se hacen en el Gobierno después de anunciarse. ¿Esta es una administración de excelencia?
Y sobre las cifras y hechos que no cuadran, quizás sea el tema de la seguridad ciudadana el que más nos llama la atención, pues la autocomplacencia en la cuenta pública es evidente.
Hace pocos meses conocimos la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (ENUSC) del INE y los resultados son claros: la victimización en los últimos años va en aumento.
La encuesta realizada durante el año 2011, evidenció que el porcentaje de hogares a nivel nacional que ha sido víctima de algún delito se elevó al 31,1%, lo que representa un alza de 2,9% respecto a la medición anterior. Entre 2010 y 2011 aumenta en 126.138 la cantidad de hogares victimizados a nivel nacional, equivalente a un incremento del 10,3%.
Y nada de eso se dice en la cuenta pública, por el contrario, el Presidente habla de una disminución en las cifras. Lamentablemente los chilenos saben, porque lo han vivido en carne propia, que la delincuencia sí ha aumentado.
Se le olvida al Presidente señalar que se indultó, a través de un mensaje Presidencial, a más de seis mil presos, que la puerta giratoria se abrió y que este perdonazo no puede ser considerado una herramienta en la política carcelaria.
Con un jefe de Estado que trata de ocultar la realidad es poco lo que se puede esperar de un Gobierno que prometió poner “fin a la delincuencia” y hoy no reconoce su fracaso.
Y en reconstrucción, las cifras son aún más abismantes, porque el Presidente habla de un 75 % de avance, cuando los datos reales señalan que sólo el 15 % de los damnificados por el terremoto tiene hoy una solución habitacional definitiva y nuevamente aparece otra promesa que no se cumple, pues estamos llegando al tercer invierno y las aldeas permanecen.
En esta materia se insiste en un balance exitoso y todo Chile conoce el retraso en la materia. Hace tan sólo dos meses el avance alcanzaba a no más del 30%, siendo la reconstrucción de viviendas y recuperación de obras públicas las áreas más retrasadas; 11,1% y 5% respectivamente.
Se insiste en mezclar subsidios de reparación con subsidios para viviendas nuevas. El balance efectivo es que de 110.000 damnificados sólo hay 16.000 viviendas nuevas entregadas; esto es, un 15% de familias viviendo en su casa nueva, el resto pasará su tercer invierno de allegado o en aldeas de mediaguas.
Así las cosas, esta “cuenta cuentos”, como han señalado algunos sectores, nos deja claro que el Presidente vive en un Chile muy distinto al que vemos todos los días.