Al ver las candidaturas presidenciales desplegadas en todo el espectro político, y con la clara ventaja de Michelle Bachelet en las encuestas, se produce el enorme riesgo de que la contienda presidencial quede limitada a muy pocas cuestiones, a saber ¿cuándo definirá su postulación Bachelet?
¿Se impondrá por vía de hecho en la oposición como candidata presidencial?
¿Quién o quiénes tendrán la voluntad política de enfrentar a la ex Presidenta de Chile en una primaria?
¿Cuál será la carta de la derecha para el 2013?
Todas son cuestiones que giran en torno al apellido de Bachelet, sin responder a otras cuestiones fundamentales, como ¿cuál será la base de apoyo político de una candidatura de oposición? o ¿cuál será el programa de gobierno de la oposición?
Permítanme detenerme en esta última interrogante, pues en este momento, no existe un programa de gobierno que se plantee como alternativa a la derecha gobernante, la que en gran medida apostará a la continuidad programática, considerando que su candidato finalmente debería ser un ministro de Estado actualmente en ejercicio.
Lo concreto, es que la oposición en su conjunto, ni la Concertación o – lo que queda de ella – ni los partidos políticos de oposición en particular, tienen un programa de gobierno para el 2013.
Estamos hablando de un programa de gobierno que debería presentarse a la ciudadanía, a más tardar, en 15 meses más. De hecho, demás está decir que los grandes temas-país han sido colocados por las movilizaciones sociales (Educación Pública, Energía o Regionalización, por ejemplo).
Paradojalmente, en dos asuntos considerados clave para las próximas elecciones presidenciales, se han trabajado profundos y transversales acuerdos en el mundo de la oposición.
Nos referimos al acuerdo por la reforma educacional y el presupuesto en educación suscrito por la los partidos DC, PS, PC, PR, MAS, PPD y MAIZ y el acuerdo de reforma tributaria de la oposición suscrito por las colectividades DC, PPD, PRSD, PS, PC y MAS, este último acuerdo incluye un completo informe de una amplia comisión técnica.
A pesar de estos dos esfuerzos, no se vislumbra una estructura o esqueleto de programa de gobierno, dentro del cual ciertas definiciones políticas son imprescindibles.
Así, un amplio sector de la ciudadanía y de la militancia de base, hemos planteado algunos ejes que los órganos nacionales de los partidos políticos no han abordado en el debate o las propuestas. Nos referimos a la propuesta de una Asamblea Constituyente que elabore una Nueva Constitución y a la defensa de nuestros recursos naturales, principalmente iniciar un proceso de renacionalización del cobre.
Sin duda que son muchos otros los temas que deben estar presentes en el debate presidencial y determinan la plataforma política de un candidato presidencial.
Por tal razón, debemos ser capaces de colocar en el eje de la discusión política el tema del programa de gobierno por sobre la reingeniería electoral que define el nombre que encabezará dicho proceso.
No puede ser que una encuesta determine que un 81% – representativo de los chilenos y chilenas – responda frente a la pregunta ¿quién le gustaría a Ud. que fuera la o él próximo presidente de Chile? sin conocer el programa de gobierno de la persona indicada. Pues, a diferencia de otros procesos presidenciales, no conocemos las propuestas políticas de los hombres y mujeres que aspiran a conducir el país, debido a que dicho debate ha estado ausente en la agenda pública.
Lo anterior demuestra la necesidad de sistemas democráticos de primarias para definir el candidato o candidata presidencial del sector, debido a que el sistema de encuestas – por muy serias que sean – no permite debatir el programa de gobierno.
Reiteramos que lo concreto es que actualmente no hay un programa de gobierno, ni una base de aquel, el cual debería implementarse en tan sólo 22 meses más.