Los recursos del Estado de Chile son limitados. Décimas más, décimas menos, la recaudación fiscal anual se sitúa hoy en 20 por ciento en relación al Producto Interno Bruto.
En comparación con países de situaciones similares, es baja. Sobre ello no hay dos opiniones: con los actuales ingresos el Fisco difícilmente soportará el buen cumplimiento de los compromisos sociales que ha adoptado y, algunos de ellos, simplemente no se alcanzarán, como ocurre con la meta del sistema educacional y otras tan relevantes, como la descentralización, se verán truncadas.
Por ello, la necesidad de una reforma tributaria capaz de allegar más recaudación permanentemente está en el centro del debate nacional. En consecuencia, más importante resulta el uso riguroso y estricto de los recursos fiscales.
El buen cuidado de ellos es una meta primordial de las políticas públicas, en un doble sentido: para atender las necesidades de las personas, comunidades y regiones, así como para asegurar la credibilidad del funcionamiento del aparato público, ante la sociedad que así lo demanda.
De modo que la fiscalización y transparencia se han constituido en un requisito del propio funcionamiento de los organismos públicos. Ya no se trata sólo de un problema de honradez –que es, por cierto, importante- sino que, además, ha pasado a ser criterio esencial del buen cumplimiento de la administración pública, sea centralizada o descentralizada.
Cada autoridad tiene ahora una tarea clave en su agenda, no sólo velar por las metas de su servicio y reparticiones, sino que ellas se logren con entera transparencia y adecuadamente fiscalizadas.
Por eso es que también resultan muy nocivas las denuncias “al voleo” y aquellas acusaciones que, luego, deben ser aclaradas o, incluso, retiradas cuando caen por su propio peso.Esto ha ocurrido con la llamada “arista política” del caso presentado por el señor ministro de Salud relativo al Servicio de Salud Occidente en la ciudad de Santiago.
Tal práctica puede deteriorar más los propósitos de transparencia y buen uso de los recursos fiscales cuando devienen en explicaciones que son inevitables para la honra de quienes son víctimas de afirmaciones infundadas, pero que inevitablemente, llevan la duda y generan escepticismo en la opinión pública.
La necesaria e indispensable tarea de transparencia, fiscalización y buen uso de los recursos públicos hoy tiene dos adversarios: la corrupción y el descriterio.
La primera, ya sabemos de aquellos que se apropian de dinero que no les pertenece y, el segundo, provocado por el deseo de espectacularidad fácil y de popularidad indebida.
Trabajemos contra las irregularidades, robusteciendo y no deteriorando los principios de transparencia y de rigurosa fiscalización de los recursos de todos los chilenos y chilenas.