Para quienes consideramos las redes sociales un termómetro de lo que inquieta, mueve, y/o preocupa a los ciudadanos, los 140 caracteres del twitter no son suficientes para profundizar en nada. Eso no deja de ser un problema al tratar temas de tanta relevancia como es un accidente que costó la vida a 21 personas y que generó dolor a igual número de familias, el mismo que merece respeto y compasión.
Sin embargo, twitter no sólo marca pauta, sino que además es el espacio de reacciones y decisiones complejas de evaluar en su profundidad y sentido, especialmente cuando parecen responder a una catarsis colectiva virtual.
Las redes sociales se han convertido en un espacio de manifestación ciudadana invaluable.
Cuando allí el descontento se hace visible, entonces la capacidad de “gobernar” se transforma en una necesidad primordial. Y cómo no, si las crisis y emergencias también se gobiernan.
El mejor ejemplo, lo vivimos en estos días en que la muerte de 21 compatriotas y el dolor de sus familias se mezcla con la discusión política de si debe o no seguir en su cargo un Comandante en Jefe de la FACH. Curioso si pensamos que es el eslabón más lejano al accidente y sus causas. Pero más allá de eso, efectivamente es uno de los responsables de gobernar la crisis, junto con el Ministro de Defensa.
No está de más diferenciar los roles en esto. La FACH probablemente posee una aproximación de competencias y doctrina más vinculada a lo técnico y táctico que a relacionarse comunicacionalmente con la comunidad.
Ésta sigue siendo una de las debilidades históricas en nuestras Fuerzas Armadas que aún no comprenden a cabalidad las dinámicas sociales en tiempos de paz. Eso las hace especialmente torpes al momento de gestionar crisis que no se relacionan con su formación de base, y por ello la autoridad política es la encargada de equilibrar el panorama.
Históricamente la autoridad civil ha aparecido casi como un “tercero observante”, en vez de tener un sentido de pertenencia y obligación como superior jerárquico de las instituciones de defensa.
Quien está a la cabeza de ese Ministerio generalmente toma palco en cada conflicto que amenaza su capital político y reacciona con aparente dureza ante cualquier crisis donde la decisión fácil es remover a un oficial. Es lo que algunos llamarían “fusible” y que nos aleja de la legítima pregunta.
¿Qué ha hecho la máxima autoridad de defensa para evitar y no sólo reaccionar ante una crisis?
¿Dónde está la sociedad que comprende que dentro de sus instituciones esenciales están las de defensa? Y no se trata de victimizarlas. Por el contrario, hablamos de que el ministro, Andrés Allamand, debe asumir las obligaciones permanentes, ligadas a la responsabilidad de estar a cargo de una cartera de esta relevancia.
Hoy los 140 caracteres del twitter que se encienden con los detalles conocidos sobre la tragedia del CASA 212, y la forma en que se está gobernando esta crisis ,dejan de lado a quienes deben ser el centro de nuestra preocupación: las víctimas.
Ellas requieren de elementos tan básicos como ser escuchados, acompañados, y de tener certezas sobre los esfuerzos que se están realizando para conocer la verdad de lo ocurrido, por dura que sea. Y tan primordial como eso es tener la garantía de que conocerán esa verdad oportunamente.
Después de todo el despliegue comunicacional de Juan Fernández no sólo resulta incomprensible, sino también inaceptable, lo señalado por el hermano de una de las víctimas.
Según declaró, no tienen contacto alguno con la FACH, ni con los miembros del gabinete ministerial. Ello no sólo muestra la carencia de mínima compasión, sino que además refuerza la idea del secretismo y manipulación de una situación dolorosa, que hace entendible la actitud desconfiada y teñida de rabia de los familiares de las víctimas.
El contexto no facilita las cosas, especialmente si consideramos el deterioro en materia de confianza que han tenido instituciones como la Armada tras el 27F, y ahora la FACH.
En beneficio de la seguridad del país, e independiente de las sensibilidades individuales, habrá que preguntarse si es correcto la doble preocupación que actualmente tiene la máxima autoridad de Defensa: por un lado las inquietudes propias de la cartera y por otro su pre candidatura presidencial.