Se puede comprender que a un admirador de las dictaduras, o simplemente a un ultraderechista irremediable, le resulte demasiado fuerte un liderazgo femenino. Hay demasiados años de oscurantismo en su ADN, muchos prejuicios, dogmas. Pero si además esa líder es joven y más encima comunista, el Torquemada de turno estará al borde de un ataque de nervios. Demasiado para su visión de la historia y de la sociedad.
No se puede entender de otro modo la destemplada reacción de la derecha dura tras las declaraciones de Camila Vallejo luego de su encuentro con el líder de la Revolución Cubana Fidel Castro en La Habana, cuya estatura política ella destacó.
El funcionario de La Moneda, Andrés Chadwick, afirmó que los dichos de nuestra compañera le parecían los “de una vieja y retrógrada dirigente del Partido Comunista, previo a la caída del Muro de Berlín”.
La violencia verbal del vocero de gobierno contra Camila contrasta con su silencio frente al recuerdo reciente de su abrazo con Pinochet en Chacarillas.
Aquel 9 de julio de 1977, un desfile de antorchas al más puro estilo nazi preludió el homenaje de 77 personajes escogidos para adular al dictador. Entre ellos, entonces jóvenes como Longueira, Coloma, Melero, Lavín, Larroulet y el mismísimo vocero actual.
Todos juraron lealtad al general mientras en las calles del país arreciaban las redadas represivas, las detenciones ilegales, las torturas y se hacía desaparecer a centenares de hombres y mujeres por pensar de modo diferente al de los participantes de esa caravana político militar.
En cuanto a las afirmaciones de Camila sobre la presencia histórica de Fidel creo que a estas alturas nadie, con independencia de su posición política, podría desconocer que el líder cubano es, lejos, la figura política más importante del continente del siglo XX. Lo sostiene hasta gente razonable de derecha, que los hay aunque pocos.
En cuanto a la Revolución Cubana, es natural que existan diferencias y críticas. Al fin de cuentas las historias de los pueblos no son idénticas. Cada uno tiene su propia identidad cultural, sus diversas formas de organización política. Pero pretender ignorar el aporte de Cuba – como del Socialismo en general más allá de sus errores – en materias fundamentales como la educación, la salud, el desarrollo de la cultura y las artes, la Solidaridad entre los pueblos, la participación ciudadana, el fin de la explotación capitalista, sólo es propio de personas extremadamente sectarias.
Sin embargo lo sustancial respecto de los dichos del señor Chadwick es llamar la atención acerca del debido respeto a las diferencias y, en este caso, a la condición de mujer y de comunista de Camila.
Y cabe preguntarse ¿a quien o quienes se referirá Chadwick cuando habla de “dirigentes comunistas viejas y retrógradas previas a la caída del muro”?
¿Estaría pensando en Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo, en Dolores Ibárruri La Pasionaria, o en Frida Khalo, Tina Modotti o Tania la guerrillera? ¿Habrá oído hablar de ellas, sabrá quiénes son? ¿O pensará en chilenas como Elena Pedraza, Elena Caffarena, Ramona Parra, Alicia Ramírez, Gladys Marín, Graciela Alvarez o Sola Sierra?
Quizás recuerde a Marta Ugarte. Ella era miembro del Comité Central del Partido Comunista y dirigente en la clandestinidad durante la dictadura que Chadwick apoyó entusiastamente. Fue detenida, torturada, lanzada desde el aire al mar aun con vida en 1976.
He leído el testimonio del carabinero de apellido Vivanco que la ató con cuerdas y empujó su cuerpo. Ha explicado que por su estado de nervios no la amarró adecuadamente. Tal vez sea lo que hizo posible que su cuerpo haya aparecido en la playa de Los Molles siendo la única detenida desaparecida cuyo cuerpo apareció.Amanuenses al servicio de la dictadura urdieron una infame mentira para tratar de ocultar otro crimen de Pinochet.
O tal vez haya pensado en la compañera Reinalda Pereira detenida desaparecida con varios meses de embarazo, o en Nalvia Rosa Mena igualmente embarazada y secuestrada junto a su compañero, su hijo, su cuñado y su suegro, o en la compañera Alba Sonia Ojeda embarazada de 8 meses fusilada con su esposo e hijos en la puerta de su casa en Chillán aquel septiembre del 73. Todos hasta hoy crímenes sin castigo.
¿Serán esas las “viejas comunistas retrógradas” de que habla Chadwick? Por favor, un poco más de respeto por las mujeres y un poco más de respeto por la gente que piensa y lucha por una vida mejor para todos.