En varias oportunidades he escrito que soy profundamente contrario a que las campañas presidenciales se adelanten sin esperar el desarrollo de las elecciones municipales. Se me ha señalado que no es bueno que insista en el punto y que debemos dejar “que las nuevas flores se abran y que la juventud irrumpa para que se renueve la política”.
Sin embargo, al mirar el escenario político chileno y muy especialmente de la Concertación y de la Democracia Cristiana cada día me afirmo más en los principios básicos de nuestro planteamiento que son:
• El desafío de hoy es ganar las municipales.
• Será el resultado de ellas lo que marque profundamente los partidos con mayor chance de encabezar los respectivos conglomerados. Si no consideramos este punto desde hoy hasta diciembre próximo, solo será una carrera desenfrenada de apuestas sin contenido hasta octubre y autoproclamaciones sin raíces.
• El país requiere más que nombres, requiere ideas y programas además de una capacidad de crear entusiasmo en la base de cada partido para luego hacer las nominaciones pertinentes.
Hay además un hecho que ya se ve dentro de las predicciones que me han preocupado hasta la fecha y que me siguen preocupando para el futuro: el enfrentamiento de las candidaturas que terminarán siendo un diálogo odioso y distraerán la preocupación esencial que he manifestado, cual es, ganar las municipales.
Esto ya se ve en todos los partidos y muy especialmente en la Democracia Cristiana que es la que más me preocupa cuidar, insinuaciones, frases entrecortadas, intento de abanderizar a todos, capitalizando cualquier punto que pudiera atraer votos a los candidatos y nuevamente arrastrando a debates internos lamentables que al final solo enerva n la discusión.
¿Qué hemos propuesto por enésima vez?
a) Suspendamos generosamente la campaña presidencial.
b) Aumentemos también, generosamente, nuestra presencia en la base social y política de los nuevos eventuales electores.
c) La construcción de un programa de toda la Democracia Cristiana y no sólo de algunos camaradas designados a dedo.
d) Estudiemos la posibilidad de una mesa de unidad para el próximo período, amplia en su composición (amplia significa según el diccionario todos y no sólo algunos de los sectores que funcionan con nombre y apellido en el Partido) que es la interpretación política de la expresión.
e) Un sentido de unidad que no es la unanimidad que nunca puede darse en un Partido como el nuestro, que por ser un partido de ideas y de programas y de conciencia abierta no puede ser nunca un regimiento.
f) Mejorar notoriamente la relación interpares en las regiones y en las comunas de todo el país para evitar la balcanización del Partido y las rencillas pequeñas e inútiles.
g) La aplicación estricta de la ética política en cada uno de los casos llámese como se llame y venga de donde venga.
h) El estudio sereno y claro pero firme de la expresión de nuestra visión contraria al capitalismo y al modelo neoliberal.
Con mucha claridad fraterna pero claramente, tenemos demasiada representación demócrata cristiana en las instituciones financieras, en las grandes empresas, en los sectores más capitalistas del país donde el nivel de ganancia es de tal manera usurario que nos contamina y nos hace perder ante el pueblo chileno y provoca la sensación que “no estamos viviendo como pensamos y que el mundo más que cambiarlo nos cambió”, como señala Peguy.