La permanente visualización de la política chilena como un caos por la falta de definiciones claras sobre lo que cada conglomerado busca, ha producido un efecto disociador de la voluntad del país.
He sido uno de los parlamentarios que con más fuerza he solicitado la corrección de esta visión pidiendo, antes de candidatos o candidatas, programas y definiciones.
Sin embargo, deben también ponerse las cosas en su lugar adecuado porque tampoco estamos en un desastre absoluto como para pensar que hemos tocado fondo. Dicho de otra manera ni tanto ni tan poco. Alerta y no fatalismo, serenidad pero no parsimonia.
Más allá de lo anterior la pregunta es ¿qué queremos o qué deberíamos decir que quieren los movimientos o partidos?
A mi juicio el Gobierno debe aclarar y precisar cuál será su conducta en los próximos dos años. Debe decirle al país si su visión del orden de la nación es buscar las formas posibles de solución frente a cada problema o ha tomado el camino de la represión innecesaria y voluntarista.
El viejo dilema de libertad dentro del orden o el orden dentro de la libertad debe resolverlo en una visión clara y sin ambages, dadas las dificultades internas que ha tenido.
Lo de Aysén es lamentable y provocativo y será su responsabilidad si se agrava lo que hoy está sucediendo. Por eso en la perspectiva de los Derechos Humanos parece peligrosa la prolongación del conflicto.
La Concertación por su parte, debe definir lo más rápidamente posible sus problemas pendientes sin enredarse en minucias sobre privilegios en comunas al momento de fijar las prioridades en la selección de candidatos.
El efecto que produce el debate por los medios de comunicación de la lucha por las alcaldías aún las más pequeñas es devastador para el prestigio de nuestra coalición.
Chile espera de nosotros una actitud superior, con una mirada del presente pero también del futuro lo que hoy tampoco es percibido con nitidez por la ciudadanía de Chile.
Los partidos y movimientos progresistas o llamados extra Concertación tiene la obligación de generar una mayor clarificación sobre sus verdaderas exigencias y su verdadero compromiso con lo que ellos se autodenominan: fuerzas más allá de la Concertación pero siempre en el marco de una política de izquierda que no favorezca a la derecha.
En este punto específico las conductas sobre las últimas elecciones presidenciales y el camino que estarían dispuestos algunos de ellos para tomar cualquier decisión si no se da respuesta favorable a sus intereses, ha sido un hecho lamentable en la historia chilena. Ha sido la primera vez que personeros de esta naturaleza han sido tontos útiles, por omisión, de la derecha y del actual Gobierno de Sebastián Piñera.
Espero que todos podamos cumplir con nuestra obligación primera. Chile y una mayoría que permita volver al cauce que tuvimos en los últimos 20 años y que en conjunto apruebe avanzar hacia una nueva mayoría social y política que recoja el viejo historial progresista de Chile.
Nada nos ha hecho más daño a este ideal que el extremismo pasional de la ultra izquierda o el gatopardismo engolosinador que termina pretendiendo cambiarlo todo para que todo siga igual.
Lo único que permite enfrentar esas dos posiciones es la claridad conceptual de los partidos, la transparencia de sus verdades internas y la generosidad personal para pagar el precio en aras del Bien Común.