Al consultar el diccionario se encuentra la siguiente definición de la palabra desengaño: “lecciones recibidas por experiencia”. En dos años las personas han comprobado directamente lo que es el gobierno de la derecha: una sucesión de promesas y anuncios que no se concretan y represión para los que protestan o reclaman.
Los estrategas publicitarios del piñerismo inundaron el país de ofrecimientos de todo tipo.
Se acomodó la palabra al interlocutor, diciéndole lo que quería escuchar en Aysén, Magallanes, Calama, a los funcionarios públicos, también a los ex funcionarios procesados por acciones de terrorismo de Estado, asimismo se incluyó en las ofertas a los chilenos en el exilio; todo ello, para malestar del gobernante quedó debidamente grabado y registrado por los interesados.
En suma, en materia de promesas no había que regatear, al contrario, se debía conseguir un electorado renuente y cualquier oferta servía.
El resultado fue el que se buscó. Ganaron.
Pero, una vez convertida en gobierno la derecha volvió a lo suyo. Al imperio del mercado y el menoscabo del Estado. Se olvidó de las regiones y ha sido torpe y sectaria.
Procedió a exonerar a miles de funcionarios públicos; apostó al desgaste del movimiento estudiantil y no a la solución del problema, lo mismo hizo en Magallanes y lo intenta una vez más en Aysén; ofreció inmediatas soluciones para los damnificados del terremoto y tsunami para terminar pidiendo que la gente se convierta en una nueva categoría de familias allegadas.Obviamente que dio por seguro la eliminación de la delincuencia y ahora ni siquiera ofrece excusas ante un fracaso tan evidente e innegable.
Por todo ello se provoca el desengaño. Por el empleo masivo de promesas que no se tenía ninguna voluntad de cumplir.
Sin embargo, la autoridad culpa al empedrado, a la obstrucción de los opositores, a los veinte años precedentes y, en una afirmación sorprendente se ufana diciendo que pronto va “a cosechar lo sembrado”. Como se trata de un gobierno mediático-dependiente está obligado al exitismo. Esa actitud de infundada autocomplacencia aumenta el desengaño.
Todos saben que seguirán los anuncios y muy difícilmente llegarán las soluciones.
Por ese camino la movilización social, dado su carácter transversal, se mantendrá y en ciertas áreas se acentuará.
Es el caso de la Educación, millones de personas pidieron en las calles que se fortaleciera la enseñanza pública, se desmunicipalizara y se contuviera el lucro. El proyecto de ley enviado al Congreso Nacional no resuelve ninguno de esos grandes propósitos. En el mismo ámbito, el gobierno prometió que no habría represalias y sus alcaldes se toman revancha contra los líderes estudiantiles.
Asimismo, se aumenta el lucro en Salud, donde las Isapres están de carnaval y los pacientes más endeudados que nunca.
Con todo ello hay más desengaño. Este es un sentimiento muy fuerte que hace difícil reconocer cuando uno se equivoca. Hoy son pocos los que confiesan haber votado por Pinera. Resulta mejor quedarse calladito. Pero el reconcomio por el voto errado hace más fuerte el desengaño.
En el caso que hubiera comicios presidenciales el próximo domingo, seguro que el desengaño gana en primera vuelta.
Por eso, el desafío es muy profundo reponer: un proyecto de país, socialmente protector y de renovación de la institucionalidad que haga de Chile un país más justo y que genere la mayoría nacional para hacerlo posible.