El torpe intento de manipular la realidad histórica negando que la dictadura fue dictadura, como pocas en el mundo por su naturaleza criminal y su afán perpetuacionista, llevó a que muchos compatriotas sufrieran una honda vergüenza y se sintieran como extranjeros en su misma patria.
Ante ello, ha salvado la dignidad nacional el Dr. Alejandro Goic al renunciar al Consejo Nacional de Educación, no solo -como explico públicamente- por el intento de negar la verdad sino que, además, al sentir incompatibles sus valores democráticos con la defensa de lo indefendible como ocurrió en el mencionado Consejo.
Es decir, que la acción de grupos y/o sectas retardatarias en el seno del gobierno adquiere hegemonía.
La concurrencia del actual Jefe de Estado con la opción NO en el Plebiscito del 5 de Octubre de 1988 ha quedado como un hecho puntual, utilizado en todo caso de manera eficazmente comunicacional en la campana electoral del 2009, cuando se prometía el cambio y se daba a entender que se implementaría una política distinta a la ejecutada por la derecha, durante su largo período dictatorial desde 1973 a 1989.
Ahora bien, la solución implementada por el nuevo ministro de Educación es de antología.
Dejar convenidos ambos términos (dictadura y régimen militar) es de un eclecticismo vulgar impropio de una definición rigurosa y democrática.
Sinceramente, no creo que el ministro ignore el despropósito conceptual y la ofensa a la memoria de las víctimas que todo este episodio significa, sencillamente los grupos fanáticos e integristas han copado por dentro la acción del gobierno.
Es lamentable constatar que el gobernante se ha dejado sitiar por equipos cerrados de fundamentalistas que se incorporan al ámbito público para imponer sectariamente su verdad, aquella que les fue revelada como dogma incuestionado en las cátedras herméticas de universidades exclusivas, donde se ha constituido esa elite de carácter autoritario que se afana en implantar un adoctrinamiento ramplón y obtuso.
El Presidente de la República ha entregado mucho poder e influencia a estos círculos peligrosos, de una elite autosuficiente que desprecia la diversidad democrática.
Estos grupos que son en rigor la nueva derecha, profesan un binomio de oscuro recuerdo en Chile: autoritarismo cultural y libremercadismo económico.
Ante estas fuerzas desreguladas y poderosas, el Dr. Goic ha sido la dignidad del país plural, tolerante e inclusivo.