En la prensa de ayer aparece una intervención del nuevo ministro de Educación Sr. Harald Beber B., señalando que se ha resuelto “para los estudiantes de básica llamar a la dictadura civil militar de 1973 hasta 1990 Régimen Militar porque es una expresión más amplia que la primera”.
Esto es un eufemismo en sí mismo pero es también una ridícula intervención en la historia de Chile para suavizar un período de dolor y horror en nuestro país.
Es también una eufemística manera de culpar del golpe sólo a los militares en circunstancias que en el período mencionado, participaron también muchos civiles que siguen actuando en política y en cargos de dirección pública.
Precisemos los términos
Dictadura: Gobierno que, bajo condiciones excepcionales, prescinde de una parte, mayor o menor, del ordenamiento jurídico para ejercer la autoridad en un país
Eufemismo: Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante.
Podemos analizar estas declaraciones del Ministro desde dos puntos de vista:
Un punto de vista histriónico, simpático, liviano, cómico e intrascendente.
Pero podemos también tratarlo en forma seria dado el objetivo subrepticio, oculto, furtivo, secreto, escondido, cauteloso, discreto de cambiar la historia, lo que sería el triste comienza de prácticas totalitarias o si se quiere poner con cierta ironía “prácticas de una dicta blanda”.
Más allá de estas disquisiciones y en lenguaje directo dictadura es “El abuso de poder, el término de las libertades públicas, el término de los partidos políticos y del Congreso Nacional, la abolición de la justicia en su libertad para decidir.
Lamentablemente es también la libertad para matar, exiliar, o permitir la desaparición de las personas”. En Chile ocurrió exactamente eso en magnitudes aún superior a otras dictaduras y tratar de borrar su nombre verdadero es un acto lamentable y peligroso, porque podría ser la iniciación de un modelo que busca torpemente cambiar la historia detrás de un simple acto administrativo.
Tres cosas me preocupan:
Que se llegue a estos extremos en un gobierno democrático.
Que caigamos en el ridículo internacional.
Que esto sea responsabilidad de un Ministro de Educación.