Iniciando el año 2012 difícil resulta hacer un recuento del año pasado buscando cuáles fueron sus principales protagonistas. Pero le invito a hacer el ejercicio. ¿Los estudiantes Universitarios?, ¿Los Secundarios?, ¿Los Ecologistas?, ¿Las Minorías organizadas?
Tal vez algunos grupos pudieron superponerse a otros según la profundidad o duración de su lucha.
Sin embargo, hay un elemento transversal a todos ellos que ha sido mucho más fuerte y poderoso que la causa enarbolada: Usted, el Gran Protagonista. Usted como sujeto de acción o indignado.
Y es que meses antes ya había advertido en otra columna que el 2011 sería recordado como el año en que perdimos la inocencia. Y a poco andar, ese velo corrido significó que Usted saliera a las calles a protestar, golpeara una cacerola para expresar su indignación, se atreviera a romper con la comodidad del tibio –que se resta de todo y se felicita por ello- y por primera vez en muchos años, manifestara una rebeldía que bien entendida nos obligará a los políticos en general a nunca más jugar con las especulaciones sin pies, las voluntades muertas o promesas sin fondos.
Visto de esta forma, quisiera expresar algunas palabras sobre lo que creo que merece como criterio básico el 2012, que no es otra cosa que lo que a su vez merece Chile como país democrático:
Una Oposición coordinada, siempre atenta a la contingencia, audaz para fiscalizar pero siempre propositiva.
Una Oposición que tiene clara las razones de su oposición (bien válida la redundancia) y el deber histórico de responder a la inmensa mayoría que quiere cambios, pero no los que astutamente disfraza el Gobierno como tales. Saber coordinarse, construir y responder; su gran desafío. Las elecciones Municipales, su gran prueba.
Una Concertación menos vanidosa, que supere la etapa de duelo, y que su Plan “A”, “B” y “C” sea entender que lo único sensato para mantenerse unida es la convicción de servicio a Chile y ningún otro.
Si supera la fría etapa de “relaciones procedimentales” en que se encuentra entrampada debido a la falta de voluntad y desconfianza de sus socios, terminará con la etapa de “reparto de restos humeantes” para comenzar con el “aporte a la república”.
Se trata de un deber; si fuimos capaces de recuperar la democracia, de dar estabilidad social y económica al país, hoy tenemos el deber de recuperar la confianza ciudadana, organizar programas en base a las siempre claras demandas que están en la calle y dejar de lanzar piedras al cielo.
Al menos yo, estoy impaciente y muy dispuesto, para comenzar con ello. Volver a escribir la historia. ¿Quién con todos sus sentidos podría negarse?
Una Alianza que ya no sea una caja de resonancia o eco del Gobierno, sino garante de las expectativas y esperanza que los chilenos de buena fe se crearon al elegirlos como Gobierno.
Y bajo esa lógica, que tenga la valentía de oponerse cuando se lesionen intereses generales bajo la promesa de un futuro mejor.
Dentro de ese grupo, hago especial mención a la UDI, de quienes esperaría que aflojaran su porfía de creer que el status quo nacional es un paraíso. Y en vez de ello, que dieran espacio a una reforma tributaria a la altura de las graves injusticias que tanto enferma y avergüenza a Chile.
La última encuesta CEP los situó en 20% de aprobación. Sin duda, la opinión popular también los está jubilando. ¿Quién podría ignorar esa circunstancia?
Y para el final, dejamos al gran protagonista negativo: un Gobierno de los oídos sordos, con plena vocación por el traslado de sus propias culpas a otros, en vez de la resolución de sus propias promesas. En ese contexto ¿qué podríamos esperar de Piñera y sus Ministros?
En primer lugar, cambios certeros para reordenar el equipo. En un análisis a priori, la llegada de Harald Beyer y Luis Mayol a educación y agricultura, parece significar más de lo mismo: ideología afín, mismos postulados.
Esperemos que signifiquen un cambio real en la forma de hacer políticas públicas, pues de lo contrario pareciese que el Gobierno adelantó su período de “pato cojo” a dos años antes que finalice.
En segundo lugar, resolución del conflicto estudiantil. Pues pese a la voz oficial, este tema no fue resuelto, sino que con toda seguridad volverá a rendir examen en marzo. Este es un tema tan apreciado por los chilenos, que difícilmente podrán esquivarlos mediante invasión de publicidad pro logros en horario prime, sino cuando realmente escuchen el clamor popular, que en este caso, constituye una suerte de soberanía nacional.
En tercer lugar, reforma tributaria, protección a los trabajadores, como también a todo un país que sabe y sufre de colusiones, repactaciones unilaterales y otras fórmulas perversas, que han hecho cuestionar que es el esfuerzo el que determina el bienestar de las 4.000 familias más poderosas de Chile.
De no limitarse este poder absoluto, podrían acrecentarse los desencuentros ante la negativa a seguir tolerando más abusos.
Y finalmente, fin al binominal. ¿Quién dijo que a los chilenos no les importaba? La última encuesta CEP arrojó que un 60% ya no lo quiere. Ojalá exista la generosidad y franqueza para dejarlo atrás, pues de esta forma borraremos uno de los últimos vestigios que falsea la realidad bajo el sofismo de estabilidad de nuestra democracia.
¿Todo ello será posible?, ¿Cada cual dará el ancho?, ¿Tenemos tiempo para seguir dudando o jugando? Creo que no.
No hay más margen para la duda, taimaduras o el cantinfleo. El 2012 debe ser el año de concretar, de sumar voluntades, de acabar con las multitudes consideradas como caras borrosas.
Es el año de la respuesta a Usted, el Gran Protagonista que ya golpeó la mesa. Y el que no lo entienda, es mejor que humildemente de un paso al lado y se dedique a sus causas privadas.
Pues guste a quien le guste, este país jamás volverá a ser un lugar para tibios y acomodados.